Llegamos a un acuerdo en casa. Nuestras madres se ocupaban de Iris, Zeus, Tron y la casa por la mañana, mientras yo iba a trabajar y llevaba a Iris a la rehabilitación y médicos por la tarde. Me costó acceder pero no tenía alternativa y volver al trabajo era lo mejor que me podría pasar. Desconectaba del ambiente en casa y ellas desconectaban de mí (entiendo que a ellas también les haga falta).
Mi madre llegaba antes de irme al ayuntamiento. Daba de comer a los perros, sacaba a Zeus, Tron aún estaba encamado (por decirlo de alguna manera), ayudaba a Iris a levantarse, a asearse y desayunaba con ella. Luego llegaba Juanita, que se ocupaba de su hija, entonces mi madre ya se ocupaba de la casa y de las comidas. Aunque no me guste tener a gente en casa, he de declarar que al final me acostumbré a tener a nuestras madres en casa. La ayuda no siempre viene mal y la verdad que la comida de una madre siempre sienta muy bien.
Por las tardes Iris y yo siempre hablábamos mucho sobre nosotras mismas, de cosas que nos había pasado por la mañana pero hablábamos muy poco de la conversación que tuvimos días anteriores. A ella no le suele gustar repetir las cosas y yo odio que me las repitan pero sabía que ella esperaba un cambio en mí. Ella quería que yo volviera a ser aquella persona de la que se enamoró una década atrás, quiere hacer realidad nuestro sueño pero no sé a que se refiere. Ella sabe que ni me acuerdo, que no sé, que estoy perdiendo y no sé que hacer:
- ¿De verdad que no te acuerdas de aquello que te hubiera encantado hacer conmigo?
- Estar contigo, disfrutar contigo... ¿Qué más puedo querer?
- ¡Nélida! Me dijiste que querías adoptar a niños huérfanos y poder darles una vida, prepararles para la vida. Enseñarles, darles principios y cultura. ¿Fue aquello mentira? - Mientras Iris me decía todo eso yo me asombraba cada vez más. No recordaba haber dicho eso, o por lo menos no así y mucho menos hubiera pensado que ese pensamiento o deseo, fueran a enamorar a mi mujer. - ¿Por qué lo dijiste si no era cierto? Si querías embobarme lo conseguiste.
- ¿Sólo ese deseo fue el que te enamoró? Si no has visto nada de eso en estos años ¿Por qué seguir aquí, a mi lado? - Me miró enfadada. Pude leer en su mirada aquello de "no me vengas con esas". Realmente no sabía cómo escapar de una situación de la cual no me acuerdo y tampoco sé el por qué lo dije. Con la misma fue aquella vez que salimos y nos tomamos más cóckteles de lo normal - ¿Fue cuando nos emborrachamos en el Honolulu? - Levanté un ceja y la miré expectante, con la esperanza de poner día a ese momento, así organizar mi memoria y quizás encontrar algunos recuerdos.
- Sí, estabas borrachísima y me dijiste que te encantaría poder cuidar a los niños sin familia y no traer más niños al mundo. Que para eso necesitabas una amiga, confidente, compañera...
- Sí pero tú eres mi pareja y hacemos un gran equipo
- Hacemos un gran equipo con los perros Nélida, por favor.
- Sí, con perretes que han sido abandonados, ellos también merecen una vida justa.
- Nélida, cuando me dijiste eso sentí que eras el ser más maravilloso del mundo y me sentí afortunada de estar conociéndote ¿Entiendes lo que te estoy intentando expresar? - Asentí con la cabeza. - Nélida, si me has mentido en algo así sería una gran decepción para mí.
- A ver que yo me aclare, me estás recriminando algo que dije hace muchos años y borracha. Iris lo siento mucho pero no sé ni que decir.
- Nélida, días después lo hablamos y fue nuestro sueño. Yo empecé a hacer un proyecto en el edificio abandonado del barrio.
- ¿Cuál?
- El grande, tú ya sabes cuál es. Me lo nombraste tú. - Puse cara de circunstancia porque seguía sin acordarme. - Tengo parte del proyecto hecho en una carpeta, está en el ordenador. Me gustaría que lo terminaras y lo llevásemos a cabo entre las dos.
- Para eso hará falta mucho dinero Iris ¿De dónde lo voy a sacar?
- Piensa, piensa y actúa. Nuestro sueño se lo merece.
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