Homenaje a Stephen King


Corría y corría, gritaba a mi padre. Que supiera que aquel hombre malvado me estaba persiguiendo. Los perros ladran, está lloviendo y cruzo por un campo de trigo, donde el suelo empieza a ser resbaladizo. Caen rayos y cuando me acerco a mi casa, mi padre sale con una escopeta y corre en dirección contraria a mí. Empieza a disparar y a gritar, hasta que ya no se oyen gritos, ni disparos. Miro hacia tras y lo pierdo de vista por el trigal. Voy a por mi inseparable perro, está muy inquieto. Vamos a buscar a papá, pero el perro va muy rápido y no puedo seguirlo, me adentro en ese campo de trigo que me impedía la visión y se me clavaban en los brazos, como avispas asesinas. Estaba aterrado buscando a mi padre. Y de repente lo encuentro apuntándome a la cara. Entonces me di cuenta, mi padre, el que debe de protegerme, ha enfermado de esa extraña enfermedad. Miro a mi izquierda mi perro está desangrándose en el suelo, miro a mi derecha, mi madre muerta con el vientre desgarrado. ¿Quién eres? Me grita mi padre, mientras me apunta con una recortada a la cara. No se porque, pero empecé a reír, mi padre se desconcertaba aun mas y cuando cargó el arma para dispararme, mi mano se movió y con un movimiento de izquierda a derecha, lo degollé con mi propia mano. Si estaba enfermo, creía que el ser humano nace benevolente, pero nunca se dio cuenta. Yo no era su hijo.

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