Imagínate que te encuentras conmigo, después de que una guerra desolase el país y el mundo, a tal punto de encontrarnos solas, sin sitio a donde ir. Yo voy medio ciega, tambaleandome y con la ropa quemada. Tu estas en un refugio, estás a salvo, pero muerta de miedo, me ves y no dudas en levantarme y abrazarme, pues me dabas por muerta. Más que un refugio, parece un campo de concentración. Nos dan un cazo de hierro, donde nos ponen la comida y el agua. Tu me llevas a una especie de baño, donde me lavas y me curas las heridas. Tienes que hacerlo tú, porque aquí no hay ni médicos, ni enfermeras, no somos tan privilegiados, como en otros sitios del país. Me das agua para beber y me duermo del cansancio. Cuando despierto, estoy en una camilla, no hay nadie a mi alrededor, te veo a lo lejos comiendo. Imagínate, que para sobrevivir a la miseria de una guerra, tenemos que irnos de nuestra tierra. Si, lo se, eso lo hizo mi abuela, lo hizo la tuya, pero da que pensar que el mundo no esta dividido en cachos, el mundo pertenece a todos y todos tenemos derecho a vivir, sobrevivir o subsistir en cualquier parte del planeta. No somos los dueños de un trozo llamado España, Francia o Ethiopia. Tan solo somos seres vivos, que nos auto denominamos humanos, creemos que somos los dueños de todos y todo, y creemos que somos capaces de ser dueños y señores de un trozo de tierra. Ahora que probablemente muchos de nosotros nos iremos fuera para sobrevivir, vamos a sufrir lo que aquel foráneo sufrió cuando le dijiste que se fuera a su país, u otra cosa con respecto a su lugar de origen. Ahora vamos a sentir tantas cosas que hace unos años, ni imaginábamos que íbamos a pasar. Así que abre los ojos mira a tu alrededor y dime, ¿nos quedamos con un trozo de tierra, animales y nos quedamos, siendo autosuficientes o nos vamos de este país, para poder sobrevivir?
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