para mayores de 18 años


Eran las once de la mañana, trabajaba en una oficia, donde ese día me tocó trabajar sola. Mis compañeras estaban de viaje y yo me quedé adelantando trabajo. Hacía mucho calor, y como creía que,  no iba a llegar nadie, tomé la decisión de quitarme la blusa y los zapatos y me senté en mi sillón a seguir trabajando. De repente se oye como alguien con llaves abre la puerta, yo como las locas me voy a un cuartito donde preparamos el café a ponerme la blusa, sin darme cuenta de que me la había puesto al revés. Era el chico de mantenimiento, entró pensando que no había nadie, pero aquí estaba la pringada de turno. El chico viene a arreglarme el aire acondicionado, y la verdad que el muchacho no esta nada mal. Me mira y se ríe. ¿de que te ríes? le pregunto, - Hace mucho calor ¿no?- me contesta, y se sigue riendo, cuando me doy cuenta y me miro, sin zapatos y con la blusa al revés. Me puse roja, pero con mi cabecita alta, le dije -si, hace muchísimo calor. Mientras él subido a una escalera trabajaba, yo seguía con lo mío, hasta que me doy cuenta de que me mira, me pregunté ¿que mirará ahora el muchachito? y lo miré, el movió su cabeza y nos reímos. Así estuvimos unos quince minutos. Pero él harto del temita, termina de arreglar el aire, lo pone al máximo ; yo digo- ¡Por fin!- y me tiro con los brazos abiertos al espaldar de la silla.
Él viene hacia mi y me dice -¿no crees que te tienes que colocar bien esa blusa?- , - me la colocaré bien cuando crea yo que deba, no?, contigo delante no debo. Él se ríe descarado e intenta acariciarme el cuello. En un principio pienso " menudo descarado este, ¿que se piensa?", pero después lo dejé, ya que nadie nos iba a descubrir y probablemente solo lo fuese a ver solo ese día. Dejé que me acariciara el cuello, dejé que me hiciera un masaje, dejé que me desabrochara uno a uno los botones de mi blusa, dejé que me la quitara con tanta suavidad que un simple soplo de aire fresco me hubiera dado frío. Dejé que le metiera mano a mis pechos, dejé que me quitara el sujetador. Dejé que me besara apasionadamente, él no dejo que lo tocara. Me agarró las manos y me las ató bien fuerte con una brida. Me cogió y me subió a la mesa, tirando los papeles y el ordenador al suelo. Metió su cabeza bajo mi falda, mordió mis medias y mi ropa interior y me las arrancó de un bocado. Acarició cada borde, cada esquina, cada rincón de mi cuerpo, no se dejó nada para la imaginación. Luego se bajó la parte alta de su mono de trabajo, "que pectorales ¡dios mío!", se quitó su alianza, y sus pulseras, yo seguía con las mías puestas, cuando casi por sorpresa, me penetra con sus dedos, poco a poco, con su boca me lame un pezón y con su otra mano, me pellizca el otro. Me frota el clítoris y me besa, hasta que me suelta las manos, me tumba en la mesa y me abre las piernas y se pone encima. Al principio me duele un poco , pero una vez dentro la palabra gozar es poco, digamos que no describe la cuarta parte de lo que yo sentí. Viendo su cara, parece que ahora le toca a él disfrutar, pues cada vez va mas rápido y hace lo posible por no jadear. Sigue dándome placer hasta que se desvanece encima mía, cubierto en sudor. No respira a un ritmo normal, y esta tumbado en mi pecho. Él acaba, me limpia, se viste y se va. Yo aun estoy media incrédula de lo que ha pasado, pero que bien que tengo aire acondicionado y polvo a la vez. Me visto, y esta vez lo hago bien, voy recogiendo todo lo que hemos tirado y a eso de las dos de la tarde, llaman al teléfono, lo descuelgo y hablo con una alegría impropia en mi.

Telf_ ¿Hola , señorita, ha tenido alguna visita inesperada hoy?

Yo_ Ha venido el técnico del aire acondicionado, pero no creo que sea inesperada, porque tenia llaves y hace mas de dos semanas que estamos llamando para que lo arreglen.

Telf_ Ya señorita, lo entiendo, lo que ocurre es que desde la central no hemos enviado a nadie a arreglar nada aún … ¡señorita! Oiga, ¡señorita! ¿Está usted ahí?

Acto seguido le colgué, que más da a quien me hubiera tirado, que más da quien ha arreglado el aire, lo único que sé, es que ya estoy fresquita y con una sonrisa de oreja a oreja.

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