Harta de toda esta basura, decidimos hacer una especie de concierto y obra teatral, donde explicamos a los vecinos, que es lo que sucede con los valores y principios que nos han impuesto. Terminamos el concierto y vemos a más personas que antes, muchos se agolpan, por escuchar lo que decimos y aprender de lo que hacemos. Justo cuando acabamos la obra de teatro y otro grupo se dispone a tocar, los antidisturbios empiezan a disolver la concentración, pero nadie se va, nadie huye de los palos, todos abrazados, forman una cadena, que les impide avanzar hacia la tarima que tenemos montada. Me decido a bajar y ponerme al frente, junto con mis compañeros. Nadie alza la voz, nadie tiene el mínimo gesto violento, solo los antidisturbios. Se concentraron tanto en nosotros, que olvidaron a los reporteros de canales locales e internacionales (los canales regionales y nacionales están comprados), los cuales grabaron todo. Uno de ellos se dirigió a mi con tono chulesco, se debió pensar que yo era la cabecilla:
-¿Como saludas tú, morena?
-Si quiero saludar digo hola.
-¿No tienes ningún gesto?
-No utilizo el puño derecho a la altura de la cabeza, no soy Comunista. No levanto el puño izquierdo, no soy socialista. No levanto mi mano derecha, no soy nazi. Soy anarquista, saludo si me da la gana y como me da la gana ¿Te parece?
Dándose por enterado, mandó a usar los botes de gas pimienta. Todos nos intoxicamos, todos sufrimos quemaduras en los ojos, pero ninguno nos movimos. Todo quedó grabado y denunciado posteriormente. Injusticias hay muchas, pero hasta que no te toca de cerca, no eres consciente.
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