Fantasías indiferentes

En aquel momento pensé que apuntarme a un gimnasio era la mejor opción y recuerdo que alguien me dijo que del centro era el mejor, así que allí fui, decidida a pagar y sobre todo a hacer ejercicio.
Cuando entré no habia nadie, pero no me desmotivó y seguí adelante. Me aconsejan que haga un poco de bicicleta estática, yo la hago, me dicen que cada 5 minutos lo ponga más fuerte y así lo hice.
Estaba tan bien en la bicicleta que cerré los ojos, soñé que estaba en un campo verde, con flores amarillas y rojas, un camino marrón tenía por delante y una sensación a estar siendo observada me inunda. Despierto, abro los ojos y miro hacia todos lados hasta que la descubro. Era ella, esa persona que tienes cierto miedo al encontrar, pero si, fue ella quien me dijo de este gimnasio, no me acordaba.
Ella sabe lo que crea en mi y se que le encanta. Me mira e incrédula, camina hacia mi:
- hola, que raro se me hace verte aquí.
- hola, algún día tenía que ser el primero.
- si, ¿empiezas hoy?
- si, acabo de llegar.
- ¿No tendrías que poner mas duros los pedales?
- si, un poco.
- relajate, que te ayudo.
Al decirme eso, intente relajarme y volver a mi sueño, ese sueño en el campo, con flores amarillas y rojas. Pero espera, ya no estoy sola, ni ensima de una bicicleta. Esta mujer pone mi subconsciente patas arriba. No pienso despertarme, quiero disfrutar.
Noto que me cuesta cada vez mas darle a los pedales y que una mano anda furtiva por mi muslo, yo no pienso abrir mis ojos, porque me gusta cada vez más este sueño. Recordándoles que aun seguíamos solas en el gimnasio, subió poco a poco su mano por mi muslo y llegó a mi ingle. Acaricia la parte externa, pero se quema y sube a mi pecho. Se puso detrás mía, hace que me apoye en su pecho y me acaricia toda, de arriba hacia abajo.
De repente, me empuja y se pone en la bicicleta de la derecha, disimulando ya que la monitora entró sin que nos enterásemos. Yo me enfado, no quiero que ese sueño terminara. Me fui al vestuario, directa a la ducha, abro el agua fría y ella me coge por la espalda.
Que sorpresa, que agradable sorpresa, no has cambiado nada, no hemos cambiado nada. siempre seremos iguales ante nosotras mismas. Cuanto te echo de menos.

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