Algún día...

Después de discutir con tu madre y de llevarte la contraria delante de tu padre, huyes de mi. Haces que camine tras de ti, preguntándome "¿Que me dirá en casa?".
No hablas, no me respondes, no quieres que pregunte, tan solo caminas muy rápido, delante mía hacia casa.
Llegas al portal, lo abres con un empujón, haciéndome recordar que estas muy enfadada, cierras la puerta con un portazo, casi me dejas fuera. Prefieres subir por las escaleras, esperar al ascensor te haría enloquecer. Sigues callada, cada paso en un pisotón al suelo, dejando constancia de lo disgustada que estaba en cada peldaño, pero ya llegamos a casa.
Abres la puerta, tiras los zapatos, te quitas la blusa, cojes un cojín, te lo pones en la cara y gritas.
Gritas hasta que no puedes más, yo que ya te conozco, te preparo un vaso de agua con gas y te espero a tu lado. Cuando acabas, con tu cara roja y la vena del cuello henchida, me miras con rabia:
- ¿Como pudiste?
- ¿Acaso es mentira?
- No es mentira, pero no es algo que quisiera decirle a mi padre. Si yo digo algo, mentira o no, no me lleves la contraria y menos delante de mi familia.
- A ver, no es tan grave.
- ¿Que sabrás tú lo que es grave o no?
- Muñeca, no pasa nada, tus padres no esperan a que tu quieras tener hijos. Ellos saben que con un par de perros nos basta.
- ¿Porque les dijiste que eras tú la que no querías tener hijos?
- Porque no es mentira, aunque tampoco sea la verdad.

Se sienta a mi lado y abrazandome, me besa en la cabeza y me dice:
<<Nena, podremos tener hijos, algún día pero podremos. No dejes que la falta de dinero y de trabajo borren nuestros sueños. No le digas a nadie que no seremos madres, algún día lo seremos>>

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