Sábado a la noche, te veo beber cerveza, en la barra del bar. Mientras entro, voy saludando a amigos, conocidos y algún que otro que me debe pasta. No paro de mirarte, pues para ti voy. Pelo negro, nariz pequeñita, sonrisa cautivadora, buen estilo al vestir, culo perfecto, redondito. Ya estoy a tu lado, me miras, tienes ojos verdes y por lo que parece mucho carácter. ¿Que más tendrás que me guste?
Te hablo, me hablas, parece que te gusto, y tú me encantas. Salimos a fumar, pues dentro no te oigo bien, no me había dado cuenta,"eres como un veneno, vienes en frasco pequeño", al salir te da frío y nos escondemos del mal tiempo en un zaguán, cerca la una de la otra, tu llevas unas cuantas cervezas, yo aún no he probado el alcohol (esta noche por supuesto), empieza a llover, y te abrazas a mi. Estás temblando de frió y me siento obligada a darte calor. Te abrazo, me coges de la nuca y me besas, me miras como si quisieras morderme, pero no se, que es lo que te lo impide (yo no). Me abres la chaqueta y metes tu mano, después de ella tu boca, pero cuando vas bajando, me pides ir a tu coche. Me llevas a un polígono industrial, aparcas donde, aún, no hay nadie. Pero no te dejo vaguear sobre mi, no te dejo que me toques, no dejo que sepas cual es mi sabor.
Se hace de día y las dos dormíamos en tu coche, la luz del sol me despierta y te descubro durmiendo sobre mi pecho, no te recordaba tan bonita y no recordaba haber dormido tan bien en años. Me quedo a observarte y cuando te despiertas me dices:
"¿Se acabó tu jueguito? ¿Ya nos podemos ir a casa?"
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