El regalo de cada noche.

Y mi mano, por debajo de tu ropa, se mueve lentamente para tocarte, acariciarte y así sacar lo malo de todo el día y hacer que tengas una buena noche. 
Mis labios en tu cuello, ni nariz en tu pelo, mi mente en tu respiración y mis manos bajo tu ropa hacen que tus latidos vayan al galope y que tu sonrisa sea cada vez mas libre de expresarse.
Tú me dejas hacer lo que quiera, pero sólo quiero hacer lo que tu deseas, deseas olvidarte del mundo y que solo seamos dos en esta tierra.
Tus manos acarician mi cara, tocan mis labios, me besas y todo se para. Las horas pasaron sin darnos cuenta y nuestro olor ha quedado impregnado en nosotras. 
Todo cambia excepto nuestra complicidad, cada vez que nos tocamos la triste verdad se desvanece, dejando a la vista nuestro propio mundo, nuestra propia visión de la realidad.

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