La notita.

Estaba siendo un mal día. Cuando se despertó se dio cuenta de que no tenía café, se le rompió el cepillo de dientes haciéndole daño en la encía, el coche no le arrancó y tuvo que coger el transporte público en hora punta. Llega tarde al trabajo donde su jefe le recibe con una mirada espantosa y encima su compañera llama a última hora para decirle que no va al trabajo. ¿Que significa eso? pues más trabajo y todo para ella.
Se sentó en su silla y no paró de trabajar. Quiso que la mañana fuera rápida, quiso que el día terminara lo antes posible, quiso ser invisible.
Pasan horas, horas y no se despega del ordenador, imprimiendo informes, archivando y digitalizando documentos, preparando dossiers para las juntas y reuniones, revisando sus proyectos, enviando, recibiendo y generando correos electrónicos.
Su jefe no se atreve a acercarse a ella y  decirle nada. Se comunica con ella por correo o notas en la mesa:

- ¿Comerás algo hoy o esperarás a cuando tengas el ombligo en la espina dorsal?- se comunicó con ella mediante una notita amarilla en su mesa.
- En cuanto acabe una corrección del Prezi de nuestro proyecto iré a la cafetería. - le envió un correo electrónico, no quiere levantarse de su silla.

Pasa unas horas y ella no parecía ser consciente del tiempo que pasaba mientras estuvo concentrada. Su jefe ya estaba molesto, se acercó a su mesa y le dijo, - Voy a cerrar la oficina, así que recoge, guarda lo que hayas hecho, archiva lo que has impreso y salgamos de aquí, no pienso esperar por ti, hoy no - Ella se horrorizó, no creyó posible que su jefe fuera a cerrar las oficinas al medio día y se encaró con él - Si usted quiere, váyase usted, yo me quedo terminando unas cosas, comeré algo y volveré en un rato. - su jefe no estaba dispuesto a dejarle las llaves a una persona que parecía no estar en sus cabales, sabiendo que no era su día, en realidad no fue el día de nadie. Con una sonrisa, cn una paciencia entrenada, tragándose los nervios y las ganas de comer que tenía, le señaló la hora en el ordenador. Ella cerró su boca, guardó los archivos, apagó el ordenador, guardó los papeles de su compañera, apagó las luces, cerró las ventanas y salíó junto a su jefe de la oficina. Al entrar en el ascensor notó estar un poco mareada pero era normal entró en aquellas oficinas a las ocho de la mañana y ya iban a ser ocho de la noche.

- ¡Se me ha pasado el día volando!
- ¡Ya me he dado cuenta!
- ¿Podría alcanzarme a casa? me acabo de acordar de que mi coche está roto.
- ¡Tremendo día tenemos hoy!

Los dos sonrieron parando cada uno un taxi, ya que como dije antes: el día no fue bueno para nadie, se desearon mejor noche y volvieron los dos a sus respectivas casas, donde ya no tenían tiempo de disfrutar de nada.

Comentarios