Encontrándonos en el deseo

Ganas de ti, ganas de tu ser.
Mirarte y saber que estás aquí, no allí.
Tocarte, olerte, oírte, conocerte y saberte mía.
Dejar a mi mano callarte, mientras mis ojos te observan.
Aprender cada gesto al moverte, al avanzar, al cuidarte y retroceder para verte aún mejor.
Oler tu pelo, tu pecho, volver a oler tu pelo y notar que hueles un poco a mi.
Sentir tus latidos en cada parpadeo y susurras a mi oído, lo que me hace estremecer.

Notar tu calor y caer rendida en tu almohada, donde lucho contra Morpheo, pues no quiero quedarme dormida sin darte el último beso de la noche o el primero de la mañana.
Sentir tu piel cálida, tu tacto suave, frágil repartiendo caricias por todo mi cuerpo.
Notar como te enamoras en cada tramo que acaricias y darme cuenta de que tus ojos me ven en la más tenue claridad.

Haces mis deseos realidad, me has dejado vacía de fantasías,

pues contigo todas son burdas imaginaciones que no superan, en absoluto, a nuestra conexión mental.
Creo un universo donde tú eres la princesa caprichosa y yo la reina que hace tus caprichos realidad antes de pedirlos, leo mentes ¿Te acuerdas?

Un mundo donde no hace falta fingir, la naturalidad de nuestro ser se adueña de nuestro entorno y, aunque estando asustadas por lo que sentimos, aprovechamos cada segundo para aprovechar eso que tanto miedo nos da y sabemos que es tan difícil sentir, ya que la felicidad también fluye en la lucha contra el miedo.

Felices fuimos y felices seremos, mientras los miedos los dejemos en la alfombra de la entrada, solo tú, yo y la complicidad de dos seres honestos con ganas de sentir y de amar sin límite.




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