Me llaman la batallas.

Hacía tiempo que no las veía y quedar con ellas era un placer que muy pocas veces decido disfrutar. Hemos quedado en el bodegón vasco que está cerca de casa y allí ponernos como cerdas cosacas.

Felisa es la que más lejos vive pero siempre es la que antes llega. Es la que más fría se muestra en todo tipo de situaciones, sobre todo cuando no son de ella. Intenta en todo momento ser razonable, aun sabiendo que no hay nada que lo sea en mi mundo, pero me gusta que tenga esperanzas. Tiene complejo de madre y nos regaña cada vez que no hacemos algo como debería de ser y lo hacemos como creemos que tenemos que hacerlo.

Raquel es la más impuntual. Siempre con su cabeza bien alta, siempre ocupada y haciendo lo que realmente quiere, estudiando trabajando y llegando tarde a todos los lados. Es algo más ingenua que Felisa pero no tanto como yo y tiene una gran habilidad para ponerse en el puesto de la otra persona, por ello casi nunca da su opinión, a menos que se la pidan.

Preparándome para salir de casa, me llega un mensaje de Claudia: “Hola, esta noche estaré por nuestro pub, espero verte. Bss.” Me quedé sorprendida, tanto que estuve 5 minutos mirando el móvil pensando en contestarle o no. Claudia es una mujer que conocí hace 7 años, nos gustamos e incluso nos queremos, pero somos totalmente incompatibles; yo no tengo paciencia para sus caprichos y no me gusta que intenten manejar mi vida. Así que lo dejamos en un simple cordialmente conocidas. Hace unos 2 años que no nos saludamos, nos hemos visto pero tanto ella como yo rehuimos al saludo. Ese mensaje me ha sorprendido bastante. Es cierto que hay algo que me descuadra y es que desde que conocí a Andy no hago más que pensar en ella. Andy es una señora que conocí por medio de una red social. En un grupo empezamos a hablar y al ver que no podíamos parar me invitó un fin de semana a su casa. No la había visto, las fotos que tenía en el perfil de las redes sociales eran de dibujos animados o paisajes y al irme a buscar a la estación vi a una señora atractivamente fea e increíblemente tierna. Tan tierna es que nada más llegar a su casa quise darle un bocado. La cosa es que me recordó a Claudia, en su lentitud al pensar, en su objetividad al hablar, es su manera de expresarse y mover la boca, desde hace un mes no puedo dejar de pensar en Claudia. No sé porqué incluso la he vuelto a agregar al Facebook y aún tenemos nuestros números de teléfono. No me lo explico y ahora este mensaje. ¿Le contesto? Debería de decirle algo, ¿un escueto ok o un avísame cuando llegues? Le mando un monigote ¿Cuál? Un machango guiñando el ojo, una mano con el pulgar hacia arriba, un beso. Le mando un: “OK, monigote giñando el ojo + mano con pulgar hacia arriba + beso con corazón.” Se me va la pinza a veces con los WhatsApp, el ser cariñosa con los mensajitos me va a salir muy caro. Salgo de casa algo tarde y con la cabeza en otro lado, no dejo de pensar en mi móvil, si lo traje, si tiene cobertura, si tiene batería, si se me ha caído al sacar el tabaco o la cartera, dichoso trasto y el trasto no es el móvil sino mi cabeza.
Ahí llego yo al bodegón. Felisa estaba sentada esperando con un botellín, un pan bizcochado y aceitunas rojas en adobo canario. Se levanta y se prepara para darme un beso y un abrazo y me pregunta: - ¿Qué tal?- me mira fijamente a los ojos, sabe que algo me ha desconcertado hace poco y tiene curiosidad en saber que es. – Espera – le digo mientras me quito la chaqueta y el bolso y los coloco con cuidado, doblando la chaqueta con cuidado y poniéndola encima de una silla y posando el bolso encima. La miro y le pongo una cara de “deja que te cuente que vas a flipar en colores”, pido una cerveza y me dispongo a contarle el mensaje que me ha enviado Claudia y lo que creo pensar que quiere, sucede o no. Según Felisa soy la reina de las pajas mentales, me invento historias a la mínima y me suelo creer todo lo que supuestamente lleve amor en las palabras. Cuando me disponía a contarle, sacando el móvil del bolso  llega Raquel.
- ¡Que puntual! – dice Felisa mientras nos reímos, es la primera vez que llega cinco minutos más tarde de lo que habíamos quedado, siempre llega media hora más tarde. Raquel mira su reloj y responde – Pues es verdad, pensaba que era más tarde -. Le da un beso a Felisa y un abrazo. Se sienta, respira profundo, pide una cerveza y casi  en un suspiro dice – Bueno ¿Qué tal están? -  Felisa tranquila con una sonrisa de oreja a oreja y con las manos debajo de la mesa, le contesta – Yo feliz con mi mujer y mis peludos, no hay novedad. ¿Y tú? – A lo que Raquel contesta con un escueto - Como siempre, estudiando, de aquí para allá, con la familia y amigos- A todo esto yo estaba buscando el móvil en el bolso para enseñarles el mensaje y explicarles quien es Claudia.
- Bueno, yo les tengo que contar que hace unos 10 minutos me acaba de llegar un mensaje de Claudia.
- ¿Quién es Claudia? – pregunta Felisa
- Es la psicóloga ¿no? la que dejaste hace mucho tiempo – Dice una intrigada Raquel.
- ¡Exacto! Ella me ha enviado un mensaje que dice esto:

“Hola, esta noche estaré por nuestro pub, espero verte. Bss.”

Felisa ya estaba diciendo algo así como - Céntrate que la vas a volver a liar tú sola en tu cabeza -  mientras se reía miraba a  Raquel y se echaba las manos a la cabeza.
- Yo no sé qué creer, no me hago ninguna historia. Hace más de dos años que no hablamos, ni nos saludamos y ahora esto. La verdad es que hace un mes que me acuerdo de ella y es extraño porque no consigo recordar lo raro y lo mal que me hizo sentir. – Les decía mientras miraba a la botella verde de cerveza, realmente no sabía dónde meterme me daba tanta vergüenza como intriga contar todo aquello. Parece que dejaron pasar ese tema, pero yo lo llevaba en mi mente como en standby: no hace nada pero gasta energía. Ellas lo notaron, pero no me dijeron nada hasta que me di cuenta de que estábamos en el pub donde conocí a Claudia. Mi cara se volvió de los 7 colores del arcoíris, cada uno fue una fase. Desde el sentirme avergonzada hasta el sentirme enferma. Nos sentamos en unas butacas en la curva de la barra, podíamos ver perfectamente quien entraba por la puerta y nadie se imaginó lo que iba a ocurrir.

- ¡Oye! ¿Esa no es Alejandra?
- ¿Que Alejandra nana? – Preguntaba una sorprendida Felisa, la cual miraba a Raquel con cara de no entender nada.
- Vale, les cuento. Hace unos 6 años, cuando estaba con Claudia, una conocida me presenta a Alejandra – Señalándola sin escrúpulos con el dedo de la mano derecha – en cuanto conocí a Alejandra hablé con Claudia y le dije que la dejaba por otra mujer. Cuando conocí a Alejandra sentí que mi mundo era absorbido o ensombrecido por su presencia, era como si todo mi mundo viviera en la oscuridad excepto yo.
- ¿Qué pasó entonces? ¿Por qué no seguiste con Alejandra? – preguntaba Raquel, mientras sentía como Felisa se giraba curiosa hacia mí.
- Alejandra tenía su pareja y no quería dejarla o ¡yo que sé!, terminó con problemas y tuvo que acudir a un psicoterapeuta.
- La volviste tan loca que la mandaste a un psicólogo. Si es que lo tuyo ya no tiene remedio -  Las dos rieron y yo me sumé.
– Debería llevarme una comisión por parte de los psicólogos, hago que ganen mucha pasta.

Después de algunas copas y visitas al baño empiezan a entrar fantasmas de mi pasado. Yasira, Fede, Rita, Carmen e incluso Andy. Me vi rodeada de gente que sin saber por qué siente un amor-odio hacia mí y por ultimo vi lo peor de todo. Vi entrar a una conocida de Raquel, Felisa y mía enganchada del brazo con Claudia. Las dos totalmente bebidas. Raquel y Felisa saben que pudo haber algo entre esa conocida y yo, pero nunca pasó nada. Felisa dice que eran simplemente cosas mías, que me imaginaba cosas donde no las había, mientras que Raquel decía que no, que incluso ella pensó que estábamos juntas. Yo solo sé que aquella situación ya se estaba complicando bastante, menos mal que puedo decir que me llevo muy bien con todas, excepto con Yasira. Que creyendo que yo era un utensilio me dejaba y volvía, incluso con la excusa de que su psicoterapeuta le haya aconsejado hablar conmigo. Qué tontería ¿Que psicoterapeuta va a aconsejar a nadie a hablar con una persona por la cual no sientes absolutamente nada? ¿Pues un día no se presenta con esa excusa para disculparse y follarme? De lo primero no me acuerdo pero de lo segundo lo tengo grabado en mi mente.

Claudia se acerca como puede a mí y al saludarme me dice que se tiene que sincerar conmigo. Le dije de salir a la calle para hablar mejor y solas, sin gente alrededor, pero no quiso es más fue al camarero y pidió que bajara la música.
 - Todo el mundo te conoce ¿Qué más da? Nena, te tengo que contar una cosa y quiero que me escuches muy bien.- se da media vuelta y empieza a gritar a todo el mundo diciendo que la escuchen, que no solo va a por mí.- Por favor escúchenme, que esto le interesa a todas aquí presente. Desde que te conocí no te he podido quitar de mi mente, de hecho no he vuelto a tener ni un triste rollo que me toque el culo, porque  solo quiero que me lo toques tú - respira fuerte y sigue. Sinceramente me está dando miedo, no quiero decir nada hasta que acabe, mis amigas están flipando pero todas las demás me miran a mí, como si tuviera que ser condenada - Me dijiste que te habías encaprichado con una chica y yo la busqué hasta que la encontré, me convertí en su terapeuta, luego por casualidad Yasira pidió consulta conmigo y me empiezan las dos a hablar de la misma chica, de ti. Las dos creen que te hacen daño, pero a la vez creen que tú eres la causante de ese daño y consigo que se alejen de ti.- 
¿Cómo? Me he quedado de piedra, sin tener nada que decir, o al menos en ese momento. 
– Por ese periodo, tú y yo tuvimos un acercamiento, pero tienes mucho carácter para soportar las imperfecciones de otras personas, me dijiste que me olvidara de ti y eso me dolió una pasada, tanto fue eso que me juré el vengarme de ti. Cada persona que se fijara en ti te iba a dejar por prescripción mía. ¿Te gustaba Eulalia verdad? La tenías loca, pero ella no veía la vida homosexual como algo sano y acudió a un psicoterapeuta y que sorpresa al escucharla y ver que caía en mi consulta otra persona más a la que encerrabas en tus garras. Todas ellas con miedos irreales, infundidos por alguien que sabe cómo manipular perfectamente y sí, ese miedo desde hace 3 o 4 años lo tienen todas las personas que se fijan en ti. Desde Fede a Andy, la cual me hizo el favor de imitarme para que me recordaras. Ahora viene mi disculpa. Siento haberte hecho sentir una mierda indirectamente, a ellas ya les pedí disculpas antes de venir y les conté cual era mi plan. Están conmigo y queremos que me des otra oportunidad.
Me quedé blanca. Felisa y Raquel no sabían que hacer, si sacarme de allí volando o encerrar a Claudia en una de las neveras del local. Yo no sabía que pensar, pensaba en su profesión, en lo manipulables que son las personas, en lo caprichosas, egoístas y manipuladoras que pueden llegar a ser las personas. 
Felisa al verme con los ojos enormemente abiertos e inmóviles pasó su mano por delante de mi cara y me preguntó - ¿Estás bien o estás aquí?- Yo la miré y le dije – Creo que debo de decir algo -  Felisa posó sus manos en mis hombros y me puso en mitad de la sala.  Aquello parecía una película de adolescentes americana pero no salía de mi asombro, resulta que muchas de esas mujeres habían sido manipuladas para que me dejaran, diciéndome que causo miedo.
- En primer lugar quiero darle las gracias a todas por venir esta noche y haber acompañado a Claudia a ser sincera conmigo  y enseñarme lo manipulables que podemos llegar a ser todos y lo manipulables que son ustedes. Las que no quieran estar aquí se pueden ir, ya que sé que muchas de ustedes trabajan mañana muy temprano, tienen niños, cuidan de parientes enfermos o no les gusta salir hasta altas horas de la noche. -  Me dirijo a Claudia, con gesto de admiración y felicitándola me acerco a ella. – ¡Vaya Claudia! No sabía que fueras capaz de manipular a tantas personas de mí alrededor para no tener a nadie a quien amar. Hasta Andy ¡Guau! No la conocía de nada, me invitó a su casa, tuvimos un encuentro formidable y resulta que ahí estabas tú comiéndole la cabeza para que me dijera que no había más por miedo e incluso conseguiste que me recordara a ti y muy bien que lo hiciste. Sinceramente ha tenido que ser un gran trabajo y un sobresfuerzo enorme para que 7 años de mi vida se puedan traducir en fracaso emocional. Me debes de querer mucho ¿cierto?  –  Me acerco poco a poco a ella, le acaricio una ceja con mi dedo anular, bajo mi mano poco a poco por su cara y le acaricio el pelo. Con ese movimiento fue con el que ella me dijo, en un susurro, que sabía cómo tocar a una mujer. Ella se confió y  acomodó cogiéndome de la cintura y mirándome con sonrisa de ganadora.
- ¡Muchísimo!- Sonrío le cojo por la chaqueta y la estampo contra la pared, no me ha hecho nada de gracia e intento mostrárselo.
- ¿Cómo has podido manipular a todas estas personas para creer tener vía libre? A más de una le has jodido la vida Claudia, sin hablar de mí...

Para que luego me diga Felisa que me hago unas pajas mentales impresionantes, me rio de ello, ¿Quién me iba a decir que una persona fuera tan fría y calculadora como para hacer esto?
Bueno, mejor meto el móvil en el bolso que voy a llegar tarde al bodegón y Felisa es más puntual que las ratas. ¿Qué querrá Claudia ahora? Bah, seguro que intentará liarla de nuevo como aquella vez que…




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