Otro cuento de navidad.

Erase una vez que se era una niña con alas de ilusión, magia y amor. Doradas, verdes y rojas pintaba sus cuadros en la orilla de la playa. Feliz por saberse amada y plena por sentirse aceptada en una familia hecha a cachos de personas desconocidas que encontraba y la adoptaban.
La niña creció sin padre pero con una gran amigo, sin madre pero con la vecina de la abuela, sin hermanos pero con compañeros de clase de dibujo y así fue confeccionando su vida. La gente entraba y salía de su corazón, de su casa, de su vida, pero nunca dejó de amar. Hubieron personas que aprovecharon esas alas, ese amor y esas carencias afectivas para aprovecharse de ella, pero jamás odió.
Un día la niña se vio sola, creyó no tener amigos al verse sola, pensó que solo tenía lo que siempre tuvo y pintó con sus pinceles la ilusión por aprender, la magia por vivir y el amor que añoraba.
Pintó cada calle, cada puerta y ventana. Pintó la vida y muerte de cada ser vivo, pintó las angustias y felicidades que cada uno sentimos. Los ciudadanos tenían opiniones contrapuestas. Algunos pensaron que era una malhechora que solo destruía lo que es de todos y otros opinábamos que simplemente nos llena de vida, nos da ilusión, nos viste de colores la mirada y nos hace olvidar el triste gris de las fachadas. Tanto fue el desencuentro que la niña, ya no siendo tan niña, fue llevada a un tribunal donde un juez vestido de blanco y negro temía de escuchar, como una mujer de colorines llenaba de vida un barrio con el arcoiris, con los colores del viento y la vida que sus manos dan a las paredes infinitas de aquella pequeña ciudad.

- ¿Que opinas de lo que haces?
- Nada, solo intento que nadie caiga en la desidia.
- ¿Crees que con los colores llegaremos a ello?
- No sé, al menos yo lo intento. Siempre es cosa de dos o más, jamás de uno. Que es muy dura la vida siendo sólo uno ¿No cree?
- Siento decirte que hay una gran parte de los vecinos que no están de acuerdo contigo ¿Porqué empezaste a hacerlo?
- Empecé dibujando a mi familia, pero luego no pude parar y dibujé a familia, amigos, conocidos, camareros, dependientas... Dibujé a toda persona que me ha tratado bien.
- ¿Que quieres a cambio?
- Ser querida.

Querida fue, es y será pues gracias a esa obra que la mayoría no quería, el turismo ascendió ya que todo el mundo quería ver la obra de arte pictórica mas grande del mundo. Jamás volvió a pasar hambre, jamás volvió a ser maltratada, pero siempre recordó lo que por naturaleza y derecho le tocaba y jamás se le concedió. Una familia.



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