Cada noche me sumerjo en un mundo muy pocas veces luminoso y
bondadoso. Hace unas semanas tuve una pesadilla que al recordarla me hace reír
y el preguntarme mil cosas.
Soñé que me encontraba en una película
mala donde el protagonista era Mel Gibson. No sé si esa película existe, pero
la catalogué de anterior a la trilogía de Mad Max.
Soñaba que era una detective joven, a la
sombra del alcoholizado y apestoso a puro protagonista de la película. Pero
algo cambiaba y es que ahora la protagonista era yo.
Empezaba a tener algo de libertad y poder
dentro del equipo, me había ganado la confianza del jefe, sabía cómo manipular
a los pobres diablos para que se chivaran y me dijeran los grandes golpes de
los peces gordos de la ciudad, sabía cómo moverme en los barrios, lo hacía con
seguridad y aplomo, ya que conseguí que la ciudad me valorara, me respetara y
me defendiera de ella misma.
Una cierta noche encontraron un cadáver.
Era un varón blanco, estaba entre unas ruinas, con el tronco abierto por su
parte dorsal, sin corazón, ni hígado. Cuando nosotros llegamos a la zona, había
muy pocos policías y los que había estaban blancos del asco que aquella escena
producía. Antes de ir a verlo, me advirtieron que era duro, me aconsejaron que
llevara un pañuelo con olor a colonia o amoniaco, ya que el cadáver llevaba
allí mucho tiempo y estaba empezando a descomponerse. Haciendo caso y
agradeciéndoles la información, empapo una bola de algodón con colonia
infantil, la coloco dentro de los filtros de una máscara y me dispongo a entrar
en la escena. Eran unas ruinas de una casa antigua, solo quedaba en pie una
escalera sin encofrar y no se veía restos de sangre por ningún lado. En cuanto
subo los cuatro escalones hasta llegar al cuerpo, me doy cuenta de que ha sido
un ritual. El cadáver está en medio de velas quemadas y de manchas de hollín,
las pocas paredes existentes tienen pintadas negras simulando una diana. No
parece que se hayan olvidado de nada, si siquiera de la sangre del cadáver. El
cuerpo reposaba con los brazos en cruz, con el pecho abierto en dirección al
techo. Estaba totalmente depilado, con el pecho abierto, con los intestinos y
estómago colgando de su cavidad abdominal. No pensé en la victima, en todo el
rato pensaba en el asesino que pudo haber hecho todo esto. Me puse unos guantes, gafas protectoras y me dispuse a mirar cuántos órganos y vísceras le
faltaban. En un principio sólo le falta el corazón y el hígado, pero no soy anatómico
forense, así que lo dejo ahí y sigo mirando los alrededores.
Cuando me disponía a sacar mis manos del
interior, ya frío, del cadáver, noté un roce no orgánico dentro de él. Cuál fue
mi sorpresa que el asesino dejó una carta, una pista, una prueba de que éste
solo va a ser el primero.
Cuando respiro hondo, meto la carta en una
bolsa para muestras y miro alrededor, veo unos chicos fumando y bebiendo
cervezas no muy lejos de allí. Me acerqué a ellos, con la extraña esperanza de
que hayan podido haber visto algo.
Eran 2 hombres de entre 30 - 35 años y 3
mujeres de 14 - 25. Estaban enganchados a la cocaína y creo que una de ellas a
la heroína. Les veía las caras demacradas y sintieron vergüenza al verme
aparecer.
Me identifico y pregunto por sus
nombres, parecían no tener idea de nada y yo les creí, porque estaban
totalmente colocados, pero había una chica menor de edad, que estaba muy
callada. Le pedí la identificación y no la tenía encima, se pusieron algo
agresivos pero pronto se calmaron porque vimos otro cadáver.
Ahora sí o sí, van a tener que prestar
declaración porque el cadáver estaba a menos de un metro de ellos y aún estaba
caliente.
El cadáver se encontraba dentro de una
bolsa de lavandería negra, tenía las rodillas a la altura de los hombros,
cabeza mirando al cielo, brazos alrededor de sus piernas y mostraba un aspecto
físico espantoso. Su piel era completamente blanquecina, con ojos abiertos,
estaba desnudo y con la piel arrugada de la sobrehidratación. Emanaba humo del
calor que desprendía y estaba rígido, al sacarlo de la bolsa no perdió su
forma. Los agentes se llevaron a los chicos y yo esperé a que llegara mi jefe.
Todo apuntaba a que era un psicópata que
pretendía burlarse del inspector jefe y de todo el servicio de seguridad de la
ciudad. Los muchachos identificaron en la nota que era una persona que quiere
vengarse y burlarse, de esta manera, del servicio de protección de testigos ya
que esos dos cadáveres estaban dentro de ese proceso.
Yo volvía a la época de los 80. No llevaba
gabardina color beige, ni sombrero de ala ancha pero sí que me mezclaba junto
con otras personas insomnes en bares. Fumaba y bebía cerveza, la verdad que si
sigo el rumbo de Colombo no terminaría muy allá, pero el wiski no es lo mío.
Me siento con mi jefe, Mel Gibson, en la
barra del bar y empezamos a hablar. Sólo estábamos de acuerdo en una cosa, en
que no teníamos ni idea de por dónde empezar. Nos tomamos de un trago una caña
y al mirarnos se nos iluminó el camino. Propuse investigar en los casos de
protección de testigos de los últimos 15 años y él no me dijo que haría, pero
me imagino que nada, el jefe está para otras cosas, se quiere jubilar pronto y
últimamente solo da permiso para trabajar en sus tareas.
Investigando en nuestros archivos, me doy
cuenta de que no es muy efectiva la protección a testigos, ya que en los
últimos 20 años se han roto una infinidad de veces. Me di cuenta de que todas
las victimas fallecían bajo un patrón y quise preguntar a agentes ya jubilados
sobre como rompieron la vigilancia y como sucedió el asesinato.
Por arte de magia todos carecían de
memoria y los que sí tenían no quería hablar de ello, me contaron que ciertos
agentes se suicidaron después de su frágil protección y yo me di cuenta de que había una
conexión.
Conectaba a uno de los hermanos de un
político, que es conocido por el cuerpo de policía por gustarle mucho la carne
joven. Me explico, cuando su hermano no era nadie, fue encarcelado 3 veces por
intento de violación y violación consumada, cuando su hermano llegó al poder los
juicios pendientes se desvanecieron. Muchos policías cobraban sobresueldos y
paz al mirar hacia otro lado, otros sufrían accidentes extraños y muy difíciles
de investigar. La casualidad es que los últimos cadáveres que hemos encontrado
corresponden a supuestos políticos de partidos minoritarios y con ideas
marxistas. Eran jóvenes y ambos han sido víctimas de rituales antes de
encontrar la oscuridad de la muerte. Al mirar el caso por el que están en ese
proceso de protección, me doy cuenta de que ha sido porque son testigos de esas
técnicas de abusos a menores y han tenido la valentía o estupidez de
denunciarlo.
¿Están preparados para seguir leyendo la
segunda parte?
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