Mandamos a Mike a buscar al chaval de la foto en calidad de sospechoso de
secuestro. Nuestro plan empezó a salir bien. Mike fue al barrio del jefe, subió
al piso del chico. Se puso sus guantes de vinilo y tocó tres veces, esperó no
muy paciente y volvió a tocar. Se prepara para la acción. Coge su arma y
apuntando al suelo grita -¡Policía, abra la puerta!- Sintió que nadie le oía y decidió
tirar la puerta abajo.
Caminó dos pasos hacia atrás, se paró, cogió aire, con su arma apuntaba al
suelo, dio un paso adelante, subió la rodilla derecha al pecho y descargó todo
su aliento en una patada certera que rompe el maltrecho marco y la oxidada
cerradura de la puerta. Entró al salón de una casa pequeña, limpia y acogedora.
Se lo encontró tumbado en el suelo del salón. La cabeza la tenía apoyada en el
sillón y aún estaba con la aguja clavada en su antebrazo.
Mike no quiso tocarlo, llamó urgentemente a la ambulancia y pidió apoyo. Tenía
un miedo atroz a la gente de aquel barrio, miedo a los trabajadores maltratados
por la sociedad, a los que hacían el trabajo sucio y este comportamiento
acrecentó el sentimiento de repulsa hacia Mike. Podría decirse
que era fobia a la miseria, creo que lo educaron con la idea de que la pobreza
es un virus que se puede transmitir y es de fácil infección.
Cuando la ambulancia llegó, despertó mucho interés por los vecinos que se
acercaron para preguntar por el chaval. Mike optó por colocarse un pañuelo en
su cara, cubriendo nariz y boca para no contraer enfermedades.
Le daba asco el olor a pobre.
En cuanto llegaron los demás oficiales Mike dio órdenes a los de la
ambulancia de que el paciente debe llegar vivo al hospital y a los policías de acordonar el
piso.
Tuvo la brillante idea de revisar la casa del sospechoso encontrando 348 gramos de heroína y 2 paquetes de 20gr, cada uno, de anfetaminas. Aún me pregunto dónde
lo pesó para hacer el informe. Informe rellenado a la misma vez que atendían al
sospechoso. Él revisó su casa y encontraron droga en cantidades bastante
importantes. Señaló que el paquete donde se encontraba la heroína estaba
abierto y le faltaba 2 gr. ¡Qué crack! No tenía ni idea de drogas, pero ya
pensaba que era imposible que esos paquetes no vinieran cerrados y mucho menos
pesando 2 gr menos de lo que la etiqueta, que se encontró en la misma
balda del armario, marcaba. Todo eso lo hizo antes de pasar por comisaría, de llevar
la droga, de rellenar algo de papeles e ir a ver al sospechoso. En aquel
momento me pregunté sobre lo que quería encontrar.
En el hospital, el sospechoso estaba escoltado por 4 policías. Mike se
sorprendió porque no había mandado a nadie para cuidar al sospechoso y cuatro
personas pareció excesivo. Se sintió inseguro caminando por el pasillo hacia
ellos, miró hacia atrás, sacó su móvil, miró el reloj, guarda el móvil. Luego de todo ese paripé, fijó la vista en los oficiales. Quiso mostrar una sonrisa natural mientras se
colocaba el cuello de su camisa pero ya lo conocen en la ciudad y saben que de
natural no tiene nada.
- Buenas tardes, soy el inspector Mike Galván ¿Que hacen aquí? - Se
dirigió a los oficiales uniformados que cuidaban la puerta de la habitación del
sospechoso y les extendió la mano.
- Buenas tardes señor Galván ¿No encuentra nada extraño en que este
personaje haya entrado por urgencias hace un par de horas y ya tenga cama en
hospitalización? - El oficial lo había pillado, no quiso estrechar su mano y optó por reírse un poco de él.
"Un niño pijo que la ha cagado, vamos a reírnos un rato".
- No lo sé, nunca he venido a este hospital y... - El oficial uniformado le
corta la palabra - ¡Ya! Tampoco te interesan las noticias que afectan a la
clase trabajadora, seguro.- Mike hizo un gesto de resignación, no sabía donde
poner sus manos y después de señalarles con el índice, sonreió, se tocó el
pelo, parece que pensó y al fin preguntó - ¿Quién es? No encontramos su
documentación en la vivienda.
- Es el sobrino del señor Gibson, tu superior. Bueno, tu superior es
Jadira.- El policía no sabe cómo joderle el ego al inspector Galván y parece
que haciéndole ver que es un subordinado de una mujer lo intenta - Tu sospechoso
es el sobrino del jefe de Jadira. Él nos ha mandado aquí en cuanto se enteró de
que estaba en urgencias.
Mike quiso morir en ese instante. - ¿Qué el sobrino del jefe es el sospechoso
de secuestrar a una de las víctimas y que ahora se debate entre la vida y la
muerte? Como muera ya me puedo morir antes de que Gibson me encuentre.
Mike me llamó y me cuenta lo sucedido, parecía estar muy nervioso pero
reaccionando bien:
-Hola Jadira, estoy en el hospital con el sospechoso de la cámara de
seguridad de la víctima 1. Parece que se chutó 2 gr de heroína y le dio una
sobredosis. Se está recuperando pero aún no puede hablar.
-Mike eso es imposible, que le hagan análisis toxicológicos. 2gr de heroína
lo hubiera matado en segundos. Es mucho. – Noté como se inventaba todo aquello
para hacerse el interesante y creerse así mismo que ganaba competencias,
habilidades y puntos para ser el próximo en subir de puesto. – ¿Mike te ha
llamado Gibson? - no hice ninguna broma,
tuve que aguantarme, no pude reírme de él.
-No, aún no ¿Por qué ha de llamarme? - Se notaba que estaba nervioso, la voz le
temblaba y conociéndole seguro que el sudor le caía por la sien, recorriendo el
espacio de las patillas, perdiéndose por su mandíbula y escondiéndose en el
cuello de su camisa.
-Me dijo que quería hablar contigo, por un asunto interno. Dice que ya sabe
cómo compensarte.- Estaba sola en mi despacho y mientras hablaba con Mike
miraba mi móvil. Me distraía con mensajes de nuevas colecciones que mi mujer
exponía en los próximos días.
-Bueno, sí. Un asunto pendiente que tiene conmigo desde el último caso – sonrió,
creo que el nervio se le bajó bastante y así es mejor para que no estuviera como
un resorte.
- Mike háblame de por qué crees que que se chutó 2 gramos de heroína.
- Es lo que faltaba en el paquete. Lo pueden comprobar en el laboratorio. - Siempre haciendo hipótesis.
Esta mañana, al salir Jorge y yo con un plan de mi despacho mandamos a Mike
a por el sospechoso y nosotros fuimos a por el muchacho joven, el chico de
mantenimiento y amante de la mujer de la primera víctima. Lo llevamos a la sala
de interrogatorios y éste chico nos dijo, mostró y nos enseñó mucho sobre la
relación entre la familia Bethencourt, José Suárez y Gibson.
Sinceramente, si éste chico no miente, cualquier parecido con la realidad
es pura coincidencia.
Un interesante relato.Me Ha chocado la descripción de la pobreza a través de los olores y el sentimiento de desprecio hacia ella.
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