Una Dosis (Cap. VI)

Mandamos a Mike a buscar al chaval de la foto en calidad de sospechoso de secuestro. Nuestro plan empezó a salir bien. Mike fue al barrio del jefe, subió al piso del chico. Se puso sus guantes de vinilo y tocó tres veces, esperó no muy paciente y volvió a tocar. Se prepara para la acción. Coge su arma y apuntando al suelo grita -¡Policía, abra la puerta!- Sintió que nadie le oía y decidió tirar la puerta abajo.
Caminó dos pasos hacia atrás, se paró, cogió aire, con su arma apuntaba al suelo, dio un paso adelante, subió la rodilla derecha al pecho y descargó todo su aliento en una patada certera que rompe el maltrecho marco y la oxidada cerradura de la puerta. Entró al salón de una casa pequeña, limpia y acogedora. Se lo encontró tumbado en el suelo del salón. La cabeza la tenía apoyada en el sillón y aún estaba con la aguja clavada en su antebrazo.
Mike no quiso tocarlo, llamó urgentemente a la ambulancia y pidió apoyo. Tenía un miedo atroz a la gente de aquel barrio, miedo a los trabajadores maltratados por la sociedad, a los que hacían el trabajo sucio y este comportamiento acrecentó el sentimiento de repulsa hacia Mike. Podría decirse que era fobia a la miseria, creo que lo educaron con la idea de que la pobreza es un virus que se puede transmitir y es de fácil infección.
Cuando la ambulancia llegó, despertó mucho interés por los vecinos que se acercaron para preguntar por el chaval. Mike optó por colocarse un pañuelo en su cara, cubriendo nariz y boca para no contraer enfermedades.

Le daba asco el olor a pobre.

En cuanto llegaron los demás oficiales Mike dio órdenes a los de la ambulancia de que el paciente debe llegar vivo al hospital y a los policías de acordonar el piso. 
Tuvo la brillante idea de revisar la casa del sospechoso encontrando 348 gramos de heroína y 2 paquetes de 20gr, cada uno, de anfetaminas. Aún me pregunto dónde lo pesó para hacer el informe. Informe rellenado a la misma vez que atendían al sospechoso. Él revisó su casa y encontraron droga en cantidades bastante importantes. Señaló que el paquete donde se encontraba la heroína estaba abierto y le faltaba 2 gr. ¡Qué crack! No tenía ni idea de drogas, pero ya pensaba que era imposible que esos paquetes no vinieran cerrados y mucho menos pesando  2 gr menos de lo que la etiqueta, que se encontró en la misma balda del armario, marcaba. Todo eso lo hizo antes de pasar por comisaría, de llevar la droga, de rellenar algo de papeles e ir a ver al sospechoso. En aquel momento me pregunté sobre lo que quería encontrar.

En el hospital, el sospechoso estaba escoltado por 4 policías. Mike se sorprendió porque no había mandado a nadie para cuidar al sospechoso y cuatro personas pareció excesivo. Se sintió inseguro caminando por el pasillo hacia ellos, miró hacia atrás, sacó su móvil, miró el reloj, guarda el móvil. Luego de todo ese paripé, fijó la vista en los oficiales. Quiso mostrar una sonrisa natural mientras se colocaba el cuello de su camisa pero ya lo conocen en la ciudad y saben que de natural no tiene nada. 

- Buenas tardes, soy el inspector Mike Galván ¿Que hacen aquí? -  Se dirigió a los oficiales uniformados que cuidaban la puerta de la habitación del sospechoso y les extendió la mano.

- Buenas tardes señor Galván ¿No encuentra nada extraño en que este personaje haya entrado por urgencias hace un par de horas y ya tenga cama en hospitalización? - El oficial lo había pillado, no quiso estrechar su mano y optó por reírse un poco de él. "Un niño pijo que la ha cagado, vamos a reírnos  un rato".

- No lo sé, nunca he venido a este hospital y... - El oficial uniformado le corta la palabra - ¡Ya! Tampoco te interesan las noticias que afectan a la clase trabajadora, seguro.- Mike hizo un gesto de resignación, no sabía donde poner sus manos y después de señalarles con el índice, sonreió, se tocó el pelo, parece que pensó y al fin preguntó - ¿Quién es? No encontramos su documentación en la vivienda.

- Es el sobrino del señor Gibson, tu superior. Bueno, tu superior es Jadira.- El policía no sabe cómo joderle el ego al inspector Galván y parece que haciéndole ver que es un subordinado de una mujer lo intenta - Tu sospechoso es el sobrino del jefe de Jadira. Él nos ha mandado aquí en cuanto se enteró de que estaba en urgencias.

Mike quiso morir en ese instante. - ¿Qué el sobrino del jefe es el sospechoso de secuestrar a una de las víctimas y que ahora se debate entre la vida y la muerte? Como muera ya me puedo morir antes de que Gibson me encuentre.

Mike me llamó y me cuenta lo sucedido, parecía estar muy nervioso pero reaccionando bien:

-Hola Jadira, estoy en el hospital con el sospechoso de la cámara de seguridad de la víctima 1. Parece que se chutó 2 gr de heroína y le dio una sobredosis. Se está recuperando pero aún no puede hablar.

-Mike eso es imposible, que le hagan análisis toxicológicos. 2gr de heroína lo hubiera matado en segundos. Es mucho. – Noté como se inventaba todo aquello para hacerse el interesante y creerse así mismo que ganaba competencias, habilidades y puntos para ser el próximo en subir de puesto. – ¿Mike te ha llamado Gibson? -  no hice ninguna broma, tuve que aguantarme, no pude reírme de él.

-No, aún no ¿Por qué ha de llamarme? -  Se notaba que estaba nervioso, la voz le temblaba y conociéndole seguro que el sudor le caía por la sien, recorriendo el espacio de las patillas, perdiéndose por su mandíbula y escondiéndose en el cuello de su camisa.

-Me dijo que quería hablar contigo, por un asunto interno. Dice que ya sabe cómo compensarte.- Estaba sola en mi despacho y mientras hablaba con Mike miraba mi móvil. Me distraía con mensajes de nuevas colecciones que mi mujer exponía en los próximos días.

-Bueno, sí. Un asunto pendiente que tiene conmigo desde el último caso – sonrió, creo que el nervio se le bajó bastante y así es mejor para que no estuviera como un resorte.

- Mike háblame de por qué crees que que se chutó 2 gramos de heroína.

- Es lo que faltaba en el paquete. Lo pueden comprobar en el laboratorio. - Siempre haciendo hipótesis.

Esta mañana, al salir Jorge y yo con un plan de mi despacho mandamos a Mike a por el sospechoso y nosotros fuimos a por el muchacho joven, el chico de mantenimiento y amante de la mujer de la primera víctima. Lo llevamos a la sala de interrogatorios y éste chico nos dijo, mostró y nos enseñó mucho sobre la relación entre la familia Bethencourt, José Suárez y Gibson.
Sinceramente, si éste chico no miente, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.







Comentarios

  1. Un interesante relato.Me Ha chocado la descripción de la pobreza a través de los olores y el sentimiento de desprecio hacia ella.

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