Una Dosis (Cap. X)

Después de desayunar, Delia quiso contarme el como dos hombres irrumpieron en el taller sobre las 17:45. 
Eran dos hombres muy dispares. Uno era alto, blanco como la leche, casi albino, musculoso, con pelo corto y no hablaba bien el español. Vestía camiseta básica blanca, pantalón vaquero negro, con el vuelto descosido, cinturón de cuero ancho con gran hebilla plateada y botas militares negras. Llevaba un tatuaje en el cuello que nunca olvidará. Era el signo de marte con el aro comido, me dijo que era como si fuera una rueda de engranaje y la flecha dirigida hacia arriba, hacia su cara con detalles como si fuera una punta de flecha. El otro hombre era flaco, algo más bajo, moreno y con acento italiano. Vestía muy elegante, de negro, con zapatos de piel, pantalón de pinza y camisa negra con botones dorados. Llevaba pelo corto, moreno con alguna cana y lo más impactante fue verle una gran cicatriz desde su oreja derecha a la boca. Ambos se portaron bien con ella, me dijo que al entrar en el taller, el rubio, le enseñó un arma enfundada en el pecho y el moreno sonrió, dejando ver varios dientes de oro. La hicieron pasar a nuestra casa, en todo momento estuvieron cerca de ella. En muy pocas ocasiones la tocaron y le contaron muy poco.

Después de escuchar a Delia, supe que no había manera de sacarla de aquí. Seguro que nos tienen a todos controlados, al igual que los puertos y el aeropuerto "¿Cuánta gente habrá metida aquí?".

Después del medio día fuimos a comisaría y le tomaron declaración. Nunca había visto a Delia tan nerviosa y triste como ese día. Jorge y Gibson intentaron dejarla hablar, ella no se calla nada y es muy bueno para la investigación. Yo tuve que verlo desde fuera, no pude estar con ella.

- ¿Te acuerdas de si entre ellos se llamaban con algún nombre en especial? ¿Si tenían alias o algún nombrete? – Jorge intentando ir al grano. Sabe que Delia habla mucho y quería que se concentrara en lo que puede ser de mayor utilidad.

- Al rubio lo llamaba Dimitri por eso intuí que era ruso. El moreno hablaba mucho y era muy manipulador. Me hablaba en italiano. Apestaba a tabaco y recuerdo que tenía manchas de polvo blanco en la camisa, a la altura del pecho.- Movía su dedo índice de su mano derecha de manera circular. Estaba nerviosa y era normal. Está traumatizada.

- ¿Hablaban entre ellos de drogas, de asesinatos, de qué? – Gibson llevaba chaqueta marrón de piel, no me había dado cuenta pero ha envejecido muchísimo en estos últimos días.

- De Jadira. Creo que querían provocarme. Sólo hablaban de como hacerle daño conmigo o a ella directamente. En un momento hablaron de como matarla, poco a poco, para que ella viera sus vísceras. Yo hablaba con ellos, quería que siguieran hablando y uno de ellos nombró un polígono industrial. No me acuerdo del nombre pero creo que es el que está cerca de El Cardón. - ¡Esa es mi nena! No sólo soporta el escuchar como quieren matarme, sino que además los hace hablar para sacarles información. Cada día me sorprende aún más el aguante que tiene.

- ¿Díaz Casanova? -  Me imagino que en ese momento habrían enviado a varios policías de paisano a investigar el polígono industrial. Es una zona nueva prácticamente y la mayoría de empresas están controladas.

- No te lo puedo asegurar.- Hace una pausa para beber agua, le hace un gesto al compañero para que espere y continúa.- Cuando Jadira me llamó, me dejaron coger el teléfono para hablar con ella. Me dijeron que fuera natural y que hiciera lo posible para que Jadira estuviera en casa sin sospechas y lo antes posible. Sé que Jadira me conoce. Yo no cocino muy amenudo, no sé cocinar más bien y en casa no tenemos alcohol. Así que le quise dar algunas pistas. – Y yo te entendí a la perfección cariño. No hay nada como conocernos.

- ¿Que quisiste decir con la cerveza Alemana? 

- Nada, ellos me pidieron que se lo dijeran.- se encogió de hombros, no sabía - Cuando colgué cometí algún error del que no me di cuenta y se percataron de que había dado un mensaje oculto. Entonces fue cuando el ruso se puso en pie, me arrastró por un brazo y me tiró al sillón. El italiano corrió a coger una silla y a buscar cuerdas. En menos de quince minutos ya estaba amarrada y amordazada donde me encontraron. Ellos se fueron como alma que lleva al diablo. 

- ¿En qué momento colocaron el sobre debajo de la silla donde estabas sentada?

- Cuando yo ya estaba atada. -  Se le ha cambiado la cara, no sé si quiero volver a escucharlo.

- Por lo tanto te tocaron ¿no? – La silla era una silla que encontraron en el taller. Una silla vieja donde el asiento es una rejilla de esparto.

- El ruso intentó violarme antes de que el italiano apareciera con la silla y las cuerdas. Puedo decir que ese hombre tan nervioso me salvó del bestia blanco. - ¿Habrá algo que agradecer al “lasaña vegetal” ese?

- ¿Tiene idea de lo que dice la nota?

- La verdad es que no, sé que la escribieron allí, antes de irse pero no tengo ni idea de lo que dice.- Se cierra la rebeca y se inclina hacia delante con gestos de interés y preocupación.

- ¿La escribió Dimitri?

- No, el otro.- Giró un tanto la cara, quería escuchar perfectamente lo que decía esa carta.

- Dice así. "¡Volveremos a por ti!"

Delia se queda muda. Se deja caer al espaldar de la silla y mira hacia el suelo. Pide verme y que esté con ella. Gibson hace un gesto y entro. Está fría, tensa, se ha callado, tiene la mirada perdida y no se comunica. Gibson y Jorge salen de la sala y cierran la puerta. Yo me coloco en cuclillas, a su altura, justo delante de ella. Me acaricia la cara, coge mi mano y con la voz temblorosa logra decir algo que me partió el corazón.

 - Quiero irme de aquí. Termina lo que tengas que terminar. A mí me supera todo este lío. No puedo aguantar más, no son sólo llamadas o cartas, han estado conmigo en casa y se han podido permitir el hacerme daño físico Jadira. No puedo más con tu trabajo. Tu trabajo o yo cariño.

Yo la miraba y no daba crédito. Por primera vez en mi vida me sentí destrozada. Ver a mi mujer llorando, rota de dolor porque ha decidido entre su vida o su amor. Al pensar en todo eso no pude reaccionar. Ni siquiera la abracé. De algún modo entendía que tendría que cambiar de oficio o la perdería a ella pero ella me conoció con este oficio, ella entendió en donde se metía. Yo he hecho todo lo posible por mantenerla al margen de todo este mundo y no es la primera vez que dan con ella pero sí que es la primera vez, y espero que sean la última, que realmente hay un peligro.

-Jadira, no pretendo que tomes una decisión ya pero me gustaría saber que sigues siendo humana.- La miré con incredulidad ¿A caso se piensa que todo esto me divierte? Enseguida noté como un fuego subía por mi estómago y salía por mi boca.  


-¿Qué si sigo siendo humana? A mi mujer la han secuestrado en mi propia casa, la han intentado violar, la han amarrado en una silla y ella me acaba de dar un puto ultimátum. ¿Qué coño quieres que haga? No pienso dejar que esa gente siga por ahí haciendo lo que les de la gana. Muy probablemente esos tíos hayan sido los que casi matan a Mike y dejaron el gas del taller abierto para que explotara al encender la luz ¿Quieres que los deje sueltos? ¡Pues no, mi amor! No puedo hacerlo, ni lo voy a hacer. Vamos a hacer lo que hablamos en casa, saldrás de aquí ¡Vete! Te localizaré cuando todo haya acabado, pero yo no voy a dejar nada a medio hacer. ¿Me has entendido?

El corazón me latía tan fuerte que estoy segura de que Delia podía oírlo. Le grité, Delia miraba asombrada el como me estaban brotando las lágrimas de los ojos. Nunca me ha visto llorar, ni perder los nervios y por eso lo de seguir siendo humana. Yo la miraba con mis ojos ardiendo, abiertos, intentando calmar la respiración solo por la nariz. Mis manos temblaban sobre sus piernas y mis dientes rechinaban de la rabia acumulada por estos días sin descanso, sin dejarme respirar, sin momento en que dejaran de ocurrir algo. Estaba cansada, asustada, cabreada, decidida a hacer mi trabajo y a mantener mi matrimonio. Si ella se quiere ir que se vaya, no me costará encontrarla, no me va a costar seguirle la pista e ir a buscarla. El estar con ella no me va a suponer problema. Lo que sí que es un problema que hay que solucionar es sacarla de aquí sin que nadie lo sepa.
No paró de verme los ojos, acerco su cara a la mía y aún asombrada sonríe:

“ Eres humana pequeña, lo eres y me encanta”.

Te haces grande luchando con tu gente.
 Te haces invencible luchando sola.


  




















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