Tenía la certeza de
que no me pasaría nada. Cuatro francotiradores y compañeros que se acercaban me
daban seguridad. Lucca vio como sacaba mi arma y aceleró el paso fue a por mí.
Dimitri no entendía nada pero reaccionó pronto. Enseguida llegaron los compañeros.
Los hicieron tirarse al suelo. Los chicos no entendían nada; unos huyeron y
otros se tiraron al suelo en cuanto oyeron a los compañeros. Lucca intentó
agredirme pero Jorge le disparó en la rodilla. Sus gritos enfurecían al ruso
que se volvía y me enseñaba su tenebrosa cara. Yo intentaba mantener la calma y
huir de sus puñetazos al aire. No quería manchar mi expediente con este
personaje. Jorge lo intentó parar dándole un empujón con su hombro, pero ni se
inmutaba. La mole blanca no se movió y parecía frustrado. Se volvió hacia mi
compañero y le propino un puñetazo en el vientre que le hizo perder todo el
aire que tenía en sus pulmones. Me mira fijamente y camina. Esta vez no lo vi
lento, con tanto músculo, tanto peso y podía ser rápido.
Me quitó la pistola
con un manotazo y con la otra mano me agarro del cuello, me levantó y me puso a
la altura de su cabeza. Muy cerca de su cara, notaba su respiración. Me estaba
asfixiando pero no quería darle el placer de verme sufrir. Dejé de pensar en el
caso, no pensé en Delia tan solo pensé en mi vida, en el que sería de mí si le
dejo vencer, le sonreí, él sonrió y le di una gran patada en la entrepierna con
el tacón. Me soltó, yo caí y con la misma le di en la cara con la culata de la
pistola, con todas mis fuerzas - ahí sí que pensaba en Delia. Era imposible
dejarlo KO y él no dejaba de luchar aunque estuviera aturdido. Parecía no
sentir dolor, quizás él pensó lo mismo que yo, eso de no darle al enemigo alas
al verme sufrir, pero tampoco le di opción. Sin pensar en mi expediente y sin
titubeos, saqué mi arma de mi pecho y le disparé dos veces. Un disparo por
rodilla. Fue entonces cuando me acerqué a él y le di una patada en la cabeza.
Estaba de rodillas en el suelo y me fue fácil abatirlo. Sabía que no me iba a
dejar ponerle las bridas en los brazos así que me aseguré mi físico poniendo en
práctica las clases de kickboxing.
Teniendo a Lucca y a
Dimitri bajo control lo demás fue coser y cantar.
Los chicos que
cargaban cajas no tenían ni idea del tema, pero la mayoría no se libraban del
interrogatorio. Al entrar en la pequeña oficina, de donde salía Lucca,
encontramos un ordenador donde vimos correos electrónicos que comprometían a
dos personas del mundo de la política. No había nada que inmiscuyera a Gibson.
Sólo a dos personas, una de ellas fuera ya del oficio y el otro en la lista
para las siguientes elecciones. Creo que de aquí el señor Bethencourt no se
libra, hay pruebas físicas y las tengo yo.
Al llegar a la
comisaría con todo lo que habíamos encontrado, el capitán jefe me dijo que el
caso estaba cerrado. Me felicitó y me manifestó su deseo de que yo pudiera ser
la próxima capitana en una comisaría en un pueblo pequeño, dónde nunca pasa nada.
Sinceramente, en ese momento me sentí deshecha, trastornada, confusa porque a
la vez pensé en mi vida con Delia. Tendría una vida más tranquila, seguro que
estaríamos mucho mejor pero me quieren apartar de este trabajo, este caso aún
no está cerrado. Han matado a dos políticos por encargo de uno que está en las
listas de las próximas elecciones y por otro que, ahora, sufre alzhéimer; no
puedo quedarme con los brazos cruzados.
Necesito a Delia pero estoy convencida de que no podré vivir en paz si
no acabo con todo esto y además, no creo que una persona con principios,
convicciones y una moral excepcional quiera seguir conmigo si dejo este caso aquí.
Jorge recibió un
fuerte golpe en el abdomen. Cuando llegué a verlo al hospital estaba en
observación. No sabía que pudiera ser tan grave un golpe en el abdomen pero los
médicos temían por el hígado y el bazo. Él estaba bien pero muy dolorido. Cuando
Dimitri le dio el golpe se quedó sin aire, por lo tanto sin fuerzas.
-¿Cómo está la
guerrera seductora? – Sonrió al verme, levantando la mano para que le chocara
los cinco.
-Yo bien ¿y tú?
Pensaba que te habías quedado dormido en la acera. – Siempre bromeamos y en
estos casos es lo mejor.
-Yo bien, deseando
irme a casa pero por lo visto tienen que dejar pasar un tiempo prudencial. El
golpe ha sido muy fuerte. Pero tú estás hecha una guerrera, pedazo de patada le
diste en toda la cabeza al grandullón. ¿No te partiste esa piernecita chica que
tienes?
-La verdad que me
duele un poco pero solo al apoyar – Siempre riéndonos. De cualquier cosa
sacamos un chiste.- ¿Tu mujer no sabe nada aún?
-No la he querido avisar yo porque me gritaría por teléfono
en cuanto se entere de que estoy aquí. Esperaba a que la llamaras tú, por
favor.
-Para que me grite a mi ¿No? ¿Por qué no la llaman los
médicos?
- No mujer, eso es peor. Yo sé que tú le dirás las cosas con
calma, entre ustedes se entienden.
-La voy a llamar ahora delante de ti. – Jorge cerró los ojos,
cogió aire y me dijo: “vale”.
Saqué mi móvil de mi bolso y busqué en mi agenda su número. Lo seleccioné y llamé. Miré a Jorge, él no sabía hacia donde mirar. Sonó la señal 4 veces y
cuando creía que no me iba a responder pude escuchar su voz:
-¿Qué pasó Jadira? – Estaba exaltada
- Hola Ana. Estoy con Jorge en el hospital, tranquila no ha
pasado nada. Solo ha recibido un golpe y tiene que permanecer en observación
hasta mañana por la tarde.
-Este hombre cada día más cagado, pero me gusta eso de que me
tema más a mí que a sus enemigos extorsionadores, asesinos y mafiosos. – Se oye
una risa nerviosa y luego un suspiro que me conmueve. – Bien ¿Dónde está? En urgencias
aún me imagino.
- Sí, estamos en un box.
- Muy bien, dejo a la niña con mi madre y voy para allá.-
Cuelga y Jorge me mira con una cara de agradecimiento, espanto y tristeza.
- Jorge ¿Alguna vez te has planteado dejar el cuerpo y
dedicarte a otra cosa?
- Si lo dices por la familia sí, o al menos intentar
promocionar a otro cuerpo. Mi mujer se está llevando muchos disgustos y si la
dejara sola con la niña lo pasarían fatal.- Bajé la mirada y él me siguió. Me
comprendió en ese momento.- A veces pienso que estos trabajos son para personas
que no les importa que nadie les quiera. A ti y a mí nos quieren, eso es un
lastre para hacer nuestro trabajo. Nosotros no solo arriesgamos nuestras vidas,
sino que también arriesgamos parte de las vidas de las personas que nos quieren
y te aseguro que lo mejor es que aún no tienen hijos.
Escuchándolo me sentí fatal conmigo misma. Una de las cosas
que deseo tener con Delia es una familia. Siempre hemos pensado que ese momento
llegará cuando yo promocione, cuando yo no juegue mi vida, cuando mi trabajo no
sea un peligro pero ¿Y si ese momento nunca llega?
Cabizbaja me despedí de Jorge y salí del hospital decidida a
aceptar la promoción que me regalaba el capitán.
<Así podríamos vivir bien, con
menos miedos y con más felicidad. Podríamos volver a construirnos nuestra cueva
y esta vez será donde nadie nos pueda hacer daño.>
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