Una Dosis (Cap. XIV)

Acepté mi traslado, no sin antes tomarme unos meses libres con seguimiento psicológico. 
No podía ser más feliz. Pueblo nuevo, casa nueva y en un principio casi nada de trabajo, pero sólo en un principio. Todo era idílico; paseos por la playa, sobremesas en la terraza, aprender fotografía, fotografiar los pequeños placeres de la vida y los grandes. Me encantaba que Delia cocinara y no se le daba mal. Una noche cocinó cuscús con verduras y le salió riquísimo, no sabía que aprendería tan rápido.

Con respecto al caso, el señor Francisco Bethencourt se retiró de la política semanas después de que el capitán cerrara el caso y días después de que su hermano Fernando falleciera. El chico de mantenimiento de la primera víctima, nos había comentado que ese hombre violó a su madre en repetidas ocasiones, fruto de esas agresiones nació él.
Su madre no pudo abortar; al denunciarlo la pusieron en protección de testigos y en una noche la mataron. Aprovecharon un descuido de la policía que la vigilaba y acabaron con su vida, cuando el muchacho tenía unos 3 años. Se educó con su tío y su abuela. Éstos no le ocultaron la vida de su madre, no le escondieron quien es su padre y tampoco le taparon la penosa vida que pasó desde que conoció a Fernando Bethencourt. Cuando lo interrogamos no pensamos que lo fuera a matar pero tampoco nos preocupó, Jorge pensó que solo recaudaba información para poder denunciarlo; cómo si los genes no hablaran lo suficiente.

Fernando Bethencourt apareció flotando en el mar con una bolsa de basura en la cabeza. El cuerpo estaba en proceso avanzado de descomposición y se podía observar que fue torturado. Le había cortado el pene a trocitos y, si mal no recuerdo, se encontró restos de escroto en aparato digestivo. A las dos horas de encontrar el cuerpo el chico se entregó. Tanía el semblante tranquilo e incluso nos regalaba una pequeña risa y desde el juzgado mandó un sobre a Francisco Bethencourt, nunca sabré que diantres le envió pero hizo que se retirara de por vida donando más de medio millón de euros a una ong para mujeres víctimas de sexismo.

Gibson se retiró. Se fue a Australia con su sobrino pero antes de irse quiso verme para despedirse de mi. Estuvimos hablando sobre el caso, sobre los asesinos y los juicios. No pasé por alto el extraño parecido que hay entre su sobrino Anibal y el asesino de Fernando Bethencourt y se lo comenté.

- Cuando estuve procesando las pruebas por primera vez pensé que Anibal y el chico éste eran la misma persona o hermanos. Son muy parecidos - lo miraba fijamente, quería verle los gestos faciales, sabía que no me podía mentir y llegó un momento que él también lo sabía. Miraba su cerveza, por un momento lo hice ruborizarse pero a la vez sudaba, estaba escondiendo algo tan grave como vergonzoso.

- Son hermanos Jadira - Me mira fijamente, se acaba de golpe la cerveza, se levanta y poniéndose su chaqueta de cuero marrón pretendía irse. Lo agarré por la manga, tiré hacia mí y lo obligué a que se volviera a sentar y a que me explicara todo esa historia. - Cuando era joven hice una locura y el que aquel entonces era alcalde me dijo que si le hacía un favor olvidaba todo - Me miraba y notaba como temblaba, tenía miedo - Yo estaba enganchado y hubiera dado cualquier cosa para no ir a la cárcel y le llevé a mi hermana a Nando.

- ¿Cómo? ¿Dejaste que violara a tu hermana? ¿Cómo has podido? -  Estaba indignada, tanto parlotear de los países de habla árabe y aquí son igual o peor. Quise dejarlo hablar pero mi mano ya estaba en el móvil, intentando grabar la conversación.

- Gracias a ellos soy lo que ves hoy y tengo a Aníbal. Mi hermana se suicidó cuando él nació y nunca le conté quien es su padre y no lo necesita. Él es producto de un error que yo cometí y cada día lo subsano. 

- ¿Que tiene que ver Aníbal en el caso? - Estaba resoplando con fuerza, él metido en el cuello de su chaqueta evitaba mirarme a los ojos y la mesa que nos separaba se me antojó enorme. Me acerqué aún más a él para escuchar perfectamente cada palabra.

- Nada, solo le pusieron esa droga ahí para incriminarlo - Seguía sin mirarme.

- ¿No fue él quien salía en el vídeo del secuestro? 

- No

- ¿Era el de la piscina?

- Sí

- No me mientas. ¿Cuántos hijos no reconocidos puede tener ese asqueroso por ahí?

- No lo sé Jadira, muchos probablemente.

- ¿Eres tú el soplón de la oficina? - Comencé a subir la voz paulatinamente mientras acerba mi cara a su oído, mi voz fue cada vez más fuerte, seca y empecé a hacer preguntas una tras otra. Tenía miedo, sabía que se iba a Australia por miedo - ¿Eras tú el que me quería lejos de la comisaría y del cuerpo? ¿Cuántos micrófonos y cámaras has colocado? ¿Eh?

- ¡No, Jadira, por favor, cálmate! Yo siempre te recomendé. Te falta destreza pero tienes paciencia y tienes lo necesario para ser la mejor pero no soy tan corrupto como crees. Mi sobrino no es el del video, es parecido pero no es él. Lo atacaron a él para llegar a mí, luego atacaron a Mike y después fueron a por Delia. Querían encontrarnos. En las cajas había material para volar la ciudad. Querían tenernos fuera de juego para hacer lo que iban a hacer - Seguía muerto de miedo, no sé de qué huye pero tampoco quiero saberlo.

- Bien y ¿ahora qué hago? ¿Te arresto por trata de blancas, por cómplice de violación y cohecho? - La verdad que no tenía pruebas para denunciarlo, en un juicio justo sería su palabra contra la mía.  No pude grabar la conversación y todo ese diálogo me frustraba aún más.

Él sonrió y levantándose de la mesa me dice algo que no entendí en ese momento y Delia fue la que tuvo que explicarme cuando llegué a casa: "Mutatis mutandis".

Mutatis mutandis = Cambiando lo que haya que cambiar.





      

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