Gibson me dejó con
muy mal sabor de boca. Sabía todo lo que pasaba con los hermanos Bethencourt
pero nunca hizo nada para pararlos. Sabía que la unión con el empresario José
Suarez no era muy lícita pero ahora está fuera de mi jurisdicción. Jorge me va
contando como siguen esas negociaciones y aunque sean legales no son morales.
Él que se use dinero del pueblo para salvar a un club de fútbol mientras los
bancos echan a la calle a familias enteras de sus casas no es muy decoroso, ni
honra a nadie pero es mejor salvar un club de fútbol que a la propia
ciudadanía.
Mike se recuperó
rápido. A la semana de su sobredosis ya estaba en activo y fue sorpresa el que
lo nombraran capitán. Nadie lo intuía y todos se quedaron confundidos. Si Mike
era prepotente, se lo pueden imaginar ahora, no ha tardado en ganarse enemigos
dentro y fuera del cuerpo de policías.
Hace unos días; Jorge,
su mujer, Delia y yo fuimos a cenar a un restaurante japonés a la ciudad. Nada
más entrar vimos a Mike con una chica muy guapa, de unos veinte años. Vestía
con polo blanco, pantalón de pinzas negro, zapatos de cuero negro y llevaba un
pelo engominado que me hacía recordar cierto juguete que mi madre me regaló de
pequeña. Jorge se desmotivó un poco al verlo y yo no pude contener la risa
"¿Que hacía ese con una niña?" nos sentamos por el otro lado del
comedor del restaurante con tan buena suerte de que Mike no nos había visto. El
camarero nos colocó la mesa justo al lado de un gran ventanal que nos mostraba
el paseo de la playa y el mar. A las chicas nos gustó el detalle, a Jorge no
tanto, parecía estar más pendiente de que su nuevo jefe estaba con una cría.
Jorge me contó que
Mike llega muy extraño por las mañanas y se encierra en su despacho. No quiere
hablar con nadie y no hace más que beber café y fumar:
- ¿Desde cuándo Mike
fuma? Si era lo más sano que he conocido en mi vida. - No estaba sorprendida
pero sí que estaba muy intrigada. Sabía que algo oscuro había crecido dentro de
él desde que le inyectaron la heroína y me preguntaba el qué sería.
- Desde que volvió al
trabajo está muy trapichero - lo miré fijamente a los ojos y le dije: "¿A
qué te refieres con trapichero? ¿De dónde sacas esas palabrejas?" Jorge
hizo un esfuerzo para no mandarme muy lejos; miró a nuestras distraídas esposas
y dijo - Jadira, creemos que está comercializando y además me juego lo que sea
a que esa niña con la que está ahora mismo no tiene más de dieciocho años.
- Eso da igual, sabes
que si tiene su consentimiento puede estar con una menor aunque tenga catorce
años. Lo que me preocupa es que se haya quedado afectado con toda la movida de
la heroína.
- Él está visitando a
un psicólogo para eso mismo, creo que tuvo alucinaciones cuando estuvo bajo los
efectos de la heroína.
- ¿Crees que se
habrá quedado pillado? - Quise oír la
respuesta de Jorge pero me despistó Delia preguntándonos “¿No es ese Mike?”.
Vimos como un hombre de unos 42 años abrazaba de manera posesiva por el cuello
a una chica de unos veintidós años, luego supimos que no llegaba a diecinueve.
Lo notamos muy agresivo pero igualmente sonreímos pensando que eran dos
tortolitos que pasean románticamente de una plácida cena japonesa. Cual fue
nuestra sorpresa que justo delante de nosotros la chica se intenta zafar de
Mike y salir corriendo. Mike reacciona rápido y la agarra por el brazo, la
chica cae y él la sujeta. Se acerca tanto a su cara que podemos ver como la
chica intenta hacer su cabeza para atrás, no puede mantenerse por su propio pie
porque Mike la está zarandeando. Entre tanto show Delia nos mira y nos pide que
por favor hiciéramos algo. Jorge aparece de repente e intenta hablar con Mike:
-¡Oye colega! ¿Qué haces?
Deja a la chica en paz.
-¡Lárgate Jorge! Esto
no te compete.
-Vamos tío, la estás
asustando ¿No le ves la cara?
-Jorge más vale que
te largues o te mato aquí mismo.- Saca su arma mientras nuestras mujeres nos miraban.
Yo estaba detrás de Mike y observaba toda la escena. Jorge subió los brazos
mientras decía que se tranquilizara. Mike se vuelve a Jorge y suelta a la
chica, yo la cojo y le digo que permanezca cerca. Me acerco suavemente por un
lado y le pego una patada a su arma. Jorge y yo vamos corriendo a reducirlo. Avisamos
a la policía y damos parte de lo ocurrido.
Esta mañana fuimos a
declarar. Cada uno de nosotros contamos lo que vimos y sentimos.
No llegará a juicio,
nadie sabrá nada. Mike estará internado en un centro psiquiátrico para
desintoxicarse ya que desde hace menos de un mes no hace más que pedir “una
dosis”.
FIN
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