Nuestro sueño 3

 Me quedé quieta, bloqueada, vigilando la puerta. Esperando que volviera. Me hice un ovillo y me senté en el suelo. Repetía en mi mente todo lo que había pasado. Tan sólo me había confiado, ella me había confiado el como se sentía y yo la he echado de casa. Me pasé casi dos horas pensando en mí, en lo que yo había hecho bien o mal, en cómo reaccioné, en lo que perdí el día que ella me dijo lo agobiada que se sentía y claro yo era lo único importante, por eso ella no dudó, ni me contradijo, no discutió cuando le dije que se fuera de mi casa. Ella estaba harta de que hiciera lo que yo quisiera sin tenerla en cuenta a ella, porque se sentía de mi propiedad y yo también lo sentía. Si quería tocarla lo hacía, si quería besarla lo hacía, si quería que ella comiera ella comía, no reparaba en lo que estuviera haciendo o en que ella es una persona ajena a mí, con voluntad, pensamiento y cosas que hacer diferentes a las mías. Jamás imaginé que ella no quisiera ser acariciada por mí cuando yo quería acariciarla, cuando la besaba, cuando la deseaba. A veces me decía que no porque estaba leyendo, trabajando o haciendo algo, pero yo siempre insistí. Cuando nos cruzábamos en el pasillo de casa no dudaba en hacerle alguna broma, cuando estaba haciendo algo de casa me acercaba a su espalda y la acariciaba, cuando dormía la fotografiaba, le besaba y no podía dejar de mirarla. Creía que estaba pendiente de ella pero realmente estaba pendiente a lo que yo deseaba en cada momento. Recuerdo que en algún momento Iris me pedía que en ese instante no porque estaba ocupada y yo me reía de ella. Unas veces respetaba y otras, creo que incluso, la forzaba.

Al levantarme del suelo mis piernas temblaba, no había comido nada desde la mañana y ya eran las 6:45 de la tarde. Fui a la cocina y vi mi móvil apagado. Fui a encenderlo mientras lavaba unas manzanas. Cuando empiezan a entrar mensajes al móvil sin parar, parecía una locura. Entraban tantos que a veces ni se oían. Me senté en la butaca de la barra, en mi cocina, mientras le pegaba un bocado a la manzana, empecé a ver los mensajes. Algunos de ésta mañana, de Iris, donde decía:

    - "Neli, no hace falta que te tomes así las cosas. Tan sólo quería hablar."

    - "¿Apagaste el móvil? No te entra ni un mensaje que te mando."

    - "Por favor, llámame y volvemos juntas a casa."

Me derrumbé con los mensajes de Iris, ese mismo día, en todo momento pensaba que no me quería y lo único que estaba haciendo era comunicarse. Confiar en mí para hablar de cómo se sentía y así mejorar; yo lo que hice fue acabar. 

Llamadas perdidas de un número que no conozco. Muchas llamadas perdidas y parecían recientes. 

Llamé a Iris, quería pedirle perdón, que volviera. Que me perdonara, que tuviera, aún más, paciencia conmigo. Que cumplamos nuestro sueño, nuestro proyecto. Quería decirle que sin ella estoy perdida, no sé quien soy sin ella ¿Cómo voy a dormir sin ella a mi lado? ¿En qué voy a soñar si no es con ella? ¿Para qué me voy a despertar si no la veré cuando abra los ojos? ¿Qué escucharé si no es su risa, sus pasos, su voz, su ruido? La llamé y volví a llamar pero su teléfono nunca dio señal.

Salí a buscarla con mi bicicleta. Fui a casa de su madre, pensé que podría estar allí. En bicicleta es un trayecto de una hora y media pero nada me va a frenar. Quiero que esté conmigo, necesito que esté conmigo. Mientras iba por la carretera me fijaba en lo solitaria y triste que va la gente por la calle. Muchos de ellos ni siquiera levantan la cabeza de su teléfono, algunos parece que la tristeza le ha creado alguna perdida de autocontrol y al enfadarse rompen cosas. "Manada de inútiles los que rompen papeleras por enfadarse. No saben que hacer con su enfado." Pasé por un puente donde había una chica subida al muro, estaba llorando, mientras unos hombres hablaban con ella, imagino que no querrán que se tire, aunque muy pocos de nosotros pensamos en lo bueno que sería nuestra existencia si la gente que no quiere estar viva se matara. Que sólo vivan las personas con alegría de vivir. Unos 10 minutos después del puente, paré en una gasolinera a comer algún bollicao y beber agua. Miré el móvil y vuelvo a ver 4 llamadas perdidas del mismo número. Llamo a Iris y sigue teniendo el móvil apagado (o fuera de cobertura). Al guardar el móvil en mi mochila tuve un extraño presentimiento y miré los mensajes del buzón de voz. Resulta que tenía 12 mensajes nuevos de esa misma tarde. 12 mensajes en 3 horas y poco ¿Qué habrá pasado?

mensaje # 1: barullo

mensaje # 2 : barullo más tos

mensaje #3: "Hola  ¿Nélida?" barullo de fondo

mensaje # 4: "Ahora si comunica con su móvil pero no lo coge..."  barullo

...

mensaje #7: "Hola Nélida Viera, soy la doctora Betancourt Pulido del servicio de urgencias del hospital comarcal. Llame lo antes posible o venga por aquí con carácter urgente. Gracias"

 - ¿Cómo? - Me preguntaba mirando mi móvil mientras lo alejo, esperaba ver una respuesta clara.

mensaje #8: "Hola Nélida Viera, soy la doctora Betancourt otra vez, venga lo antes posible al hospital, por favor y gracias."

No esperé a escuchar los siguientes y aunque estuve titubeando unos segundos y no supe a primeras que hacer, me puse en marcha, no sabía lo que hacía y tampoco sabía que me iba a encontrar pero sabía que había que hacerlo. Dejé la bicicleta en la gasolinera y pedí un taxi. Estaba nerviosa, no sabía que pensar, no sabía que hacer, más ir para el hospital. Llegó el taxi y el pobre hombre me notó nerviosa. Empecé a tartamudear pero logré decir hospital. Iba mirando por la ventana, intentaba no pensar. El conductor se dio cuenta y empezó a hablarme de su familia: Tenía 2 niñas pequeñitas, una iba a la guardería y la otra empezaba a ir al colegio. Me contó con carita triste, mientras miraba por el espejo retrovisor, que su mujer no está viéndolas crecer por una extraña enfermedad:

- ¿Qué le pasa a tu mujer? - Pensé que pudiera sentirse intimidado por mi pregunta pero él fue quien empezó a hablar sobre el tema.

- Mi mujer tiene esclerosis múltiple y empeoró muchísimo en el segundo embarazo. Desde que dio a luz no ha podido ni levantarse de la cama. Las niñas casi no la ven. Nuestro sueño es que deje de sufrir, lo pasa tan mal que algunas veces no puede ni hablar del dolor. Mi cuñada la cuida cuando trabajo y sinceramente intento no estar en casa. cuando las niñas salen del comedor me las llevo al parque. No quiero que las niñas tengan ese recuerdo de su madre.

Miraba por la ventana, veía a personas diferentes de manos, enfadas pero de manos, odiándose pero juntas, sin soportarse pero estaban en el mismo vehículo me preguntaba qué era lo que les podría unir. Había olvidado por completo que el señor me estaba hablando de su familia y alcanzo a escucharle a decir "Nuestro sueño".

- Perdone no lo escuché bien ¿Ha dicho "Nuestro sueño"? ¿Cuál és?

- Nuestro Sueño fue tener dos hijos y ahora es que crezcan sanas.

-¿Has conseguido hacer los sueños de tu mujer realidad?

- Hemos conseguido hacer parte de nuestros sueños realidad, la otra parte no depende de nosotros.

Miré al retrovisor y vi como la cara del taxista cambiaba. Pasaba de intentar ser neutra a una tímida tristeza. 

- Todos hablan de "nuestro sueño" cuando están en pareja ¿No hay un sueño propio?

- Claro que lo hay, pero no es prioritario. A mí me encantaría sacarme la lotería y no tener que trabajar mucho más o comprarme un coche mejor que me ayude a ahorrar, que no me fastidie tanto las piernas, ni la espalda, que llegue a casa y mi mujer pueda andar, que mis hijas aprendan solas a dejar el pañal, a no necesitarme pero un proyecto en común te obliga a ser responsable de tu parte. No compartes parte de tu vida con otra persona, cuando tienes hijos, hasta que son autosuficientes, tu vida entera es de ellos y te tienes que saber compartir entre tus hijos, tu pareja, tus padres, tus hermanos, tu familia y el único ser que no exige y te estará siempre esperando es el perro de la casa y no siempre se puede tener.

Llegamos a urgencias del hospital, pagué con tarjeta, pido mi copia y el taxista apunta su número en el papel "Por si necesita que la lleven otra vez". No sabe lo agradecida que estoy, aunque le de las gracias pero quizás algo ha podido ver en mí, algo leyó en mis palabras, en mi rostro que quiso tener ese gesto de amabilidad conmigo.

Entré en la sala de urgencias, fui al mostrador de información, cojo número y miro a mi alrededor. Tengo el número 51 y van por el 49. Veo a gente llorando, mirando a un sitio fijo, gente abrazándose, con heridas y sangre en la cara. No me da tiempo de observar mucho más pues enseguida oigo mi número:

- Hola mi nombre es Nélida Viera Pulido, tengo muchos mensajes en mi buzón de voz...

- Sí, estábamos intentando ponernos en contacto con usted desde hace horas. Pase por esa puerta de la izquierda, siga la línea naranja y al llegar a un escritorio negro pregunte por la Doctora Bethancourt. - al ver mi cara de desconcierto decide salir y acompañarme a la primera puerta - Siga la línea naranja, cuando llegue a un mostrador alto, de color negro pregunte por la Dra. Bethancourt. ¿Me explico?

- Sigo la línea naranja y pregunto por Dr. Bethancourt.

- Sí, cuando llegue al escritorio negro.- Me mira fijamente a la cara, me coge del brazo - ¿Ha entendido?- estaba en otra dimensión, unas directrices entre tanto llanto, angustia e incertidumbre.

- Sí, sí. Gracias.

A medida que pasaba por ese pasillo, siguiendo la línea naranja me encontraba con diferentes pacientes, con lesiones de diferente gravedad. Algunos me estaban mirando, otros me preguntaban si me podían ayudar, aceleré el paso y tuve que empujar unas puertas y detrás estaba en escritorio negro, solo. No había nadie. Entonces entendí que tenía que preguntar a cualquiera. El miedo me paralizaba ¿Qué habrá pasado? ¿Para qué me querrán? Entonces me puse a escuchar los mensajes que quedaban:

mensaje 9#: "Nélida, soy Melanie, la amiga de Iris. Acaba de tener un accidente y no me dicen nada a mí. Por favor..." 

El corazón se heló, empecé a correr por los pasillos buscando a alguien que conociera a la Dr. Bethancourt, mientras me metía en las habitaciones de urgencias, buscando a Iris. Hasta que la encontré.

Nada está claro cuando todo a tu alrededor es una incógnita.





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