Nuestro Sueño 7

 Aquella noche Jorge aceptó la ayuda. Entre lágrimas me confesó que nadie se la había ofrecido y que harto de ahuyentar a las personas, por su aspecto desaliñado, se fue a aquella cueva. Cuando le pregunté si quería que llamara a una ambulancia, para que al menos durmiera en un sitio caliente, comiera y tuviera opción a ayuda social, se le iluminó la cara. A aquel hombrecillo menudo, lleno de roña, con pelos y barba desaseados se le empezaron a vidriar los ojos, reflectaban tanta luz que los demás rebozamos alegría y bondad durante algunos días. A los pocos días fui a verlo a su nueva residencia y no lo reconocí. No sabía que un buen baño al día, comida caliente y calidez humana fueran a hacer tal transformación.

Zeus y Tron se recuperan en la clínica veterinaria, junto a los demás perros que encontramos, excepto uno. Uno de los galgos, que estaba en la cueva, no pudo sobrevivir. Estaba muy deshidratado y tenía una pata rota que le causaba laceraciones en la piel, la infección era muy profunda. Los cachorros estaban algo desnutridos pero se recuperaron bien y fueron adoptados muy rápido. En cuanto la historia se filtró a la prensa, no nos faltó ayuda para averiguar de quien eran esos perros perdidos. Necesitamos la ayuda ya que el chip no siempre es de gran apoyo, sobre todo cuando no se lo pones o no actualizas los datos. Zeus estaba muy agotado; cuando llegó a la clínica parecía que hubiera estado corriendo durante horas, la temperatura corporal la tenía muy alta y las almohadillas muy deterioradas. En cuanto consiguieron bajarle la temperatura con agua fría y hielo se puso a beber cómo un loco, por otro lado, Tron tenía graves daños internos, se llevó la peor parte. Rotura de patas delanteras y heridas internas de diversa consideración, que no quise preguntar. Esa madrugada me quedé en el veterinario hasta que Zeus se tranquilizó y metieron a Tron en el quirófano. Al menos estaban localizados, vivos y su pronóstico, aunque reservado, parecía esperanzador. 

A las horas siguientes no sabía ni que día era, sólo esperaba que fueran las 10:30 de la mañana para poder ver a Iris y así hablar con la doctora Bethancourt. Que me explique exactamente que es lo que le pasa, que puedo hacer yo y cuanto tiempo estima, tanto para una cosa cómo para otra. Entonces al salir del veterinario, fui a casa y me di una ducha larga y caliente. En la cocina preparé la cafetera más grande que pude encontrar en casa, hice algo para comer y mientras desayunaba miraba el reloj, faltaban 30 minutos para las 8:00, tenía que esperar a esa hora para avisar a mis compañeros; no voy a ir en toda la semana. Me pediré todos los días libres que pueda, vacaciones, asuntos propios, necesito todo el tiempo del mundo ahora mismo. Me sentía cansada pero con la mente más clara que nunca, tenía la sensación de poder quedarme dormida en cualquier momento pero con una lucidez fulgente. Cogí una hoja y lápiz y empecé a hacerme un cronograma de llamadas:

8:00 - Ayuntamiento

8:10 - Colegio donde trabaja Iris

8:30 - Seguro del coche

9:00 - Madre de Iris

9:30 - Mi madre

Esas eran las llamadas y ese era el tiempo, para luego poder ir al hospital y poder tener una charla extendida con la doctora. Sentía miedo pero estaba segura. No sabría ahora mismo cómo explicarlo pero parecía impasible, estaba creándome un muro, el cuál, quería que fuera impenetrable. Quería estar inalterable porque pensaba que así podría tomar mejor conciencia de la situación, para así, dominar las decisiones y elegir las mejores, las que mejor nos correspondan a Iris y a mí. Quería ponerme en lo peor, quería imaginarme un escenario totalmente trágico o aún más, hacerme a la idea de que toda una vida, la de Iris, podría irse a la mierda sin poder optar a nada, sin potestad de elegir, sin tener poder de decisión. Tenía la esperanza, que si así me lo imaginaba, podría llevarme una buena noticia al llegar al hospital. Dramática pero con esperanzas, en ese momento fui así.

Las llamadas fueron rápidas y concisas, al menos las llamadas a los centros de trabajo. A nadie le interesa nada más, ya presentaré los documentos pertinentes, pero con la madre de Iris, se me hizo un nudo en la garganta. Tanto prepararme el estar impasible y no supe cómo decirle a una madre que su hija ha tenido un accidente de tráfico y se encuentra en la U.C.I. Lo peor de todo es que aún no había hablado ese día con la doctora por lo tanto no podría darle el parte del día. Lógicamente estuvo conmigo cada media hora que podíamos estar con Iris. Mi madre se preocupó muchísimo y quería ayudar, a partir de ese día me ayudó con Zeus, Tron y nos hacía la comida cada día. Algo bueno es que los del seguro, ni me acuerdo que pasó con ellos pero ahora tenemos coche nuevo.

A las 10:30 estábamos Juanita (Madre de Iris), la Dra. Bethancourt y yo en la habitación. Estábamos expectantes, algo me decía que todo iba a salir bien pero la doctora no lo veía igual.


Donde exista un ápice de amor, cualquier brizna de esperanza tiene espacio para crecer. 

Esther Earl


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